Uno de los requisitos al hacer política es tener convicciones, que es la certeza de los ideales y principios rigen el actuar, lo que se quiere y lo que se piensa. Esto impulsa y da seguridad hacia los objetivos, aglutina y forma colectivos comprometidos con una misión vital para una comunidad o grupo; ponen en juego y dan dirección a las grandes empresas políticas, económicas o sociales. Principios es lo que en este momento el PAN debiera echar por delante para no rezagarse en los procesos de elección de su candidato o candidata a la Presidencia de la República.
El PRI ha avanzado en su método de elección y en la designación de su candidato, con sus peculiares métodos de designación de candidatos y la tradicional convicción política del dedazo. Han determinado ungir a José Antonio Meade como salida ciudadana de emergencia ante la debacle de la aprobación, votación e imagen priístas entre el electorado.
Morena no tiene ningún problema, es un partido diseñado para impulsar convicciones unipersonales. Su dueño, Andrés Manuel López Obrador, de hecho, lo creó para ser él el candidato sempiterno, y es el único con derecho a tener convicciones. Sus seguidores no tienen libertad para pensar por sí mismos, él dicta los principios, y así no hay una encrucijada por definir mecanismos de designación de candidato, puesto que el candidato está claro desde antes de su fundación.
En el caso del PAN, no ha habido avance en la definición del mecanismo, se ha optado por caminar por una ruta externa. Sin una definición firme interna ambos partidos se están quedando rezagados hacia la contienda electoral como si fueran sólo partidos espectadores. El PAN es un partido con convicciones, principios e ideales para rescatar al país de la vorágine de corrupción, incapacidad y rumbo equivocado en el que se encuentra gobernado por el PRI, sin embargo, en lugar de primero avanzar en las determinaciones internas se está impulsando la posibilidad de crear el Frente Amplio.
En política es válido buscar alianzas pero no desde la indefinición o sin creer en las convicciones y fortalezas propias. El PAN se encuentra en una encrucijada, o sigue atrapado en los intereses y tiempos de su dirigencia nacional o se guía por la fuerza de sus convicciones y principios en la definición de su candidato o candidata a la Presidencia de la República. No se puede aspirar a encabezar un proyecto nacional con indefiniciones o confusiones personales. Es el momento de poner en juego una de las principales convicciones del panismo, que es la de la generosidad para reconocer que alguien está más arriba en las preferencias electorales, que más que los intereses personales, lo que está en juego es el rescate del país.
Diacrítico: Queda claro que una cosa son las diferencias políticas y otra las
acusaciones hechas en el tono que se hicieron. Que Ricardo Anaya se defienda y que se mantenga la presunción de inocencia.
Columna anterior: Márquez, de los mejores, libra por libra