Pues ahora resulta que el dirigente del PAN, Ricardo Anaya, no era el “pobre diablo”, económicamente hablando, que todos creían. Pero, además de ser ricachón, es tramposo, marrullero, mentiroso. En su afán de exhibir como corruptos a priistas, perredistas, morenistas (que los hay y de a montón), resultó exhibido por él mismo, con la ayuda de uno o varios panistas perversos que no lo quieren, comentamos en este espacio en noviembre del año pasado, después de que aquél presentó su declaración 3 de 3, incluyendo la “plus” en donde reconoció que sus bienes comerciales y activos industriales era por 53 millones de pesos.
Antes de que la sociedad y la opinión pública conociera a “Ricky Ricón”, éste navegaba con bandera de pobre; no tenía ni para las colegiaturas de sus hijos que estudiaban en Atlanta, Estados Unidos, afirmaba en aquel entonces, por lo que sus suegros las pagaban y también contribuían a la manutención, reconocía.
La generosidad y solidaridad de los suegros no tiene nada de malo porque en el México de los “jodidos” es común que los familiares le “entren con su cuerno” para que los nietos, sobrinos, primos… tengan una buena educación, coman tres veces al día, viajen a Disneylandia de vez en cuando, en fin, para que vivan bien. Lo que está mal de Ricardito es que quiera hacerle creer a la sociedad que no tiene nada, cuando su patrimonio es de varias decenas de millones de pesos, según su propia declaración, agregamos en el comentario.
Ayer, el periódico El Universal “le sacó” a Ricky sus trapitos al sol. Según la información, el patrimonio de Anaya y familia directa e indirecta ha” crecido como la espuma” hasta superar los 300 millones de pesotes. ¡Ah, bárbaro! Exclamaron los perplejos.
Con ese cinismo que caracteriza a la mayoría de los políticos, Anaya organizó un “road show mediático” para decir que fue ofendido, humillado, difamado, lastimado… Y queriéndose mostrar como víctima del gobierno, mártir de la democracia, honesto, audaz y valiente expuso:
“En política no hay casualidades. Ayer, después de varios días de intenso diálogo, la Comisión Permanente del PAN aprobó por unanimidad un resolutivo en el que rechaza el pase automático del actual Procurador General de la República para convertirse en Fiscal General de la Nación para los próximos 9 años, así como la determinación de que el próximo Fiscal General no tenga filiación partidista alguna...”
Y ya encarrerado acusó al gobierno de orquestar una campaña para desprestigiarlo diciendo cosas horribles, horribles de su “family”.
¿No cree usted que algunos panistas como Felipe Calderón, Margarita Zavala, y otros que no lo quieren por haberse adueñado del partido y utilizarlo como plataforma para su candidatura presidencial, sean los “patrocinadores” de esa campañita? Le preguntaron al señor Anaya. ¡Para nada! Respondió. Ellos son una bonita “famiglia”, igual de honestos que yo, incorruptibles, quiso decir, según algunos observadores. ¡Ah, bueno!
Columna anterior: "Secuestran a AMLO"