Apenas el jueves 17 de agosto, una camioneta embistió a un centenar de personas en la Rambla de Barcelona, la avenida más emblemática de esta ciudad; al momento, los medios de comunicación dan cuenta de al menos 13 personas fallecidas y cerca de 100 heridos, como consecuencia del segundo ataque terrorista más devastador desde los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid.
Aunque el atentado se lo reivindicó el grupo terrorista DAESH, es probable que los atacantes no estuvieran relacionados directamente el grupo (mediante financiamiento o adiestramiento) y que simplemente hayan emulado el modus operandi de los últimos ataques en Europa: el objetivo fijado en una ciudad importante, hechos consumados en una avenida transitada sin mucha seguridad, el uso de camioneta o camión para buscar generar el mayor daño posible y un impacto mediático que se replica en segundos gracias a las redes sociales. La sumatoria de estos factores consigue de inmediato el propósito de toda actividad terrorista que es, fomentar el miedo a través de la violencia para reivindicar posturas ideológicas.
Para los terroristas, este tipo de ataques, como los suscitados en las ciudades de Niza, Berlín, Londres, y Estocolmo, no buscan el impacto mediante las pérdidas humanas o materiales, sino crear incertidumbre y pánico en los países a los que consideran como sus enemigos. Y lo están logrando.
Hoy ya no es necesaria la planeación sofisticada de grandes atentados. Ahora, un automóvil es suficiente para sacudir al mundo entero.
La facilidad con la que el terrorismo consigue su objetivo primordial coloca en constante riesgo a regiones del planeta como Europa y hechos como éste son de particular consternación colectiva debido a que la ciudad de Gaudí es una ciudad multicultural, moderna, abierta y tolerante, es una de las ciudades más importantes del mundo, que acoge a más de 10 millones de turistas cada año, tanto nacionales como extranjeros, su existencia representa los más profundos valores de inclusión y diversidad, justo lo contrario a los principios que pregona el yihadismo.
Para México, este atentado es particularmente amargo, ya que este año estamos celebrando el 40 aniversario del restablecimiento de las relaciones entre México y España, con quien compartimos una historia en común, una afinidad cultural, un mismo idioma y una amistad que se ha reforzado a lo largo de estos años. Sepan que estamos con ustedes.
Definitivamente, estos últimos años pasarán a la historia como los más oscuros para Europa. Sin embargo, es también el momento de hacer algo al respecto.
Enfrentar al terrorismo en todas sus expresiones es uno de los mayores desafíos de la humanidad en el siglo XXI; no mediante la limitación de las libertades, ni del ataque indiscriminado a sectores de la población migrante o la estereotipación de la imagen de los terroristas, sino con voluntad política y protección férrea a los derechos humanos.
Barcelona fue una gota más que pronto derramará el vaso. Ahora, tanto Barcelona como Niza, Berlín, Estocolmo y Londres están más cerca que nunca, ya que comparten una cicatriz que se sanará con unión, solidaridad y fortaleza.
Que España y que Europa sepan que estamos con ustedes. Nuestra solidaridad y nuestro apoyo con las familias de las víctimas.
“El bon camí, mai no és llarg de seguir”
¡VIVA ESPAÑA!
*PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE RELACIONES EXTERIORES, EUROPA, DEL SENADO DE LA REPÚBLICA.