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Trump se quedó corto: fue demasiado lejos

OPINIÓN

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Alguna vez el ahora presidente Donald Trump presumió que podría dispararle a alguien en la Quinta Avenida de Nueva York y nada le pasaría. Durante su campaña electoral parecía tener razón. Para muchos estadounidenses en la derecha política era como si pudiera caminar sobre el agua. Nada de lo que hiciera, o dijera, parecía caer mal. Ahora como Presidente, ha quedado corto, pero fue demasiado lejos. Los mítines de Trump estuvieron salpicados de incidentes que si no llegaron a muertos y heridos, sí coquetearon frecuentemente con la violencia. Y no pasaba nada. Muchos, o algunos gustaban de la imagen de Trump con un gesto adusto, la quijada adelantada y un estilo de caminar como John Wayne rumbo a sus míticos duelos del viejo oeste. Como si fuera a decir a liberales y competidores internacionales: "estás despedido", y así hacer que Estados Unidos "sea grande otra vez". Para partidarios del gobierno Trump, como la cadena FOX o los "medios alternativos" que sirven como caja de resonancia para la extrema derecha, esa expresión de amenaza y violencia era su derecho, esa idea de que tienen exclusividad de la crítica. Trump no creó a los extremistas pero permitió que se agruparan a su alrededor y que lo hicieran símbolo de la insurgencia de derecha. Pero Trump y sus acciones de los primeros seis meses de gobierno revelaron una verdad: no sabe donde está parado. Aunque adelantó la agenda de la derecha en lo ejecutivo, en lo legislativo ha tenido un fracaso tras otro y la única ley importante que ha firmado es una, la de sanciones a Rusia, que no deseaba firmar. Muchos políticos conservadores, como los senadores republicanos John McCain y Jefv Flake, e intelectuales como George Will y Max Boot, pusieron distancia desde un principio y algunos son abiertos adversarios de Trump. Ninguno puede ser acusado de liberal, pero rechazan extremos antidemocráticos. Los números de Trump en las encuestas están en declive. Y los acontecimientos de Charlottesville, el fin de semana, no ayudaron. Grupos de extrema derecha se reunieron para protestar por la remoción de la estatua de un héroe confederado, símbolo de la discriminación y el racismo. Grupos liberales se reunieron para expresar su rechazo. La animadversión política se reflejó en peleas a palos. Pero un lado usó símbolos nazis y racistas, exhibió armas de fuego. Un militante se apropió de una táctica de extremistas islámicos y lanzó su coche como ariete contra un grupo de sus enemigos: mató a una mujer y lesionó a varios más. Trump tardó dos días en condenarlo. Dos días de críticas y desgaste político. La hesitación a condenar a quienes votaron por él, la indisposición a corregir errores, parecen haber arrinconado a Trump de formas que ninguno de sus adversarios había podido hacer. Tal vez por eso se quedó corto: porque fue demasiado lejos.   Columna anterior: Trump, en un hoyo que él mismo hizo