Para David Duke, uno de los rostros más representativos de los grupos racistas y neonazis en Estados Unidos, el presidente Donald Trump "debe verse al espejo y recordar que fueron los estadounidenses blancos quienes lo pusieron en la Presidencia".
Los señalamientos de Duke, antes y después de los incidentes en Charlottesville, destacaron su convicción de que "vamos a tomar de regreso nuestro país (...) vamos a cumplir con las promesas de Donald Trump. Es lo que creemos. Por eso votamos por él".
El aviso tal vez explique por qué Trump tardó casi dos días para expresar su condena de las acciones de grupos racistas blancos involucrados en hechos violentos que el sábado culminaron con la muerte de una joven antirracista atropellada por un auto conducido por un "nacionalista blanco" en Charlottesville, Virginia.
Fueron dos días de críticas que expusieron las divisiones en el Partido Republicano, las dudas respecto al propio presidente Trump, luego de que muchos conservadores expresaran críticas a grupos paramilitares de ultraderecha, que llegaron a Charlottesville con un despliegue de armas y escudos con símbolos racistas, convocados por líderes históricos, como Duke y de la llamada "alt-right" o derecha alternativa, como Richard Spencer.
O como Steve Bannon, que fue su jefe de campaña, es ahora uno de sus principales consejeros y antes fue director de Breitbart, uno de los medios sociales considerados como núcleo de la "alt-right".
Pero la convocatoria para la marcha en Charlottesville mostró que no hay "nuevo" o "viejo" en cuanto a la derecha estadounidense, sino simplemente los mismos grupos y las mismas ideas con el natural relevo de líderes y retórica, pero con medios más modernos, y esta vez con la creencia de que tienen derecho a la atención del presidente de EU porque fueron sus votos los que lo llevaron ahí.
La marcha en Charlottesville fue convocada para protestar contra la remoción de una estatua del general Robert E. Lee, quien comandó las fuerzas militares de los estados que buscaron la secesión en 1861-65 por el derecho a mantener la esclavitud como sistema social y económico.
La "Confederación" es ahora "herencia cultural" y símbolo de la división social, política y racial en Estados Unidos.
Trump condenó el lunes las acciones de los grupos de odio y mencionó específicamente al Ku Klux Klan, a los supremacistas blancos y a los neonazis, así como "otros grupos de odio", entre los que previamente ha incluido a organizaciones antirracistas, no blancas o liberales.
Pero durante su campaña, Trump rechazó con renuencia el apoyo expresado por grupos derechistas y el propio Duke.
Trump, en todo caso, cayó en una trampa que él mismo ayudó a crear. Hoy su vigencia política depende en parte de alejarse de la polarización política o del debate racial en EU que llevan mucho tiempo y no son su culpa específica, pero que usó abiertamente en su campaña.
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