De acuerdo con la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), en los últimos dos años hubo un incremento en los crímenes antisemitas en Estados Unidos, mientras la Liga de Autodefensa Judía reportó un incremento de 34% en el número de expresiones antisemitas en 2016, otro aumento en los primeros meses del año.
Que esa estadística tenga o no que ver con el ascenso político de Donald Trump y su llegada a la Presidencia con respaldo de la llamada "alt-right" puede ser tema de discusión. Pero de que es demasiada coincidencia, es demasiada coincidencia.
La ultraderecha en Estados Unidos es ciertamente antisemita aunque no toda es específicamente neonazi, pero comparte además las características de ser antiarabe, y antimigrantes, y antimexicana, y antiafroestadounidense, y antilatina, y antiasiática, y antigay, y antifeminista... y anti muchas cosas más.
Su presencia en la sociedad de EU está bien documentada, desde los "know-nothing" (ignorantes) que se oponían violentamente incluso a la llegada de católicos e irlandeses en los 1840 y 1850, como antecedente a la Guerra de Secesión de 1861-65, al surgimiento del Ku-Klux Klan en los 1870 y su glorificación en la película muda El Nacimiento de una Nación.
El "Klan" fue abiertamente popular en la región sureña de EU -la que buscó separarse en defensa de su derecho a mantener la esclavitud- después de la Guerra de Secesión y luego en su segunda "edición" en los 1920, cuando algunos afirman que llegó a tener cinco millones de dimatizantes. Venida a menos, ahora se confunde con grupos supremacistas blancos , defensores de la confederación neonazis.
La violencia en Charlottesville fue provocada por la presencia de quizá miles de militantes neonazis y supremacistas blancos determinados a expresar su rechazo a la desaparición de símbolos de la Confederación, que reclaman como "herencia cultural".
Pero el actual es tal vez el mayor brote de extrema derecha desde el florecimiento del "macartismo" y la "John Birch Society" en la era de los 1950.
Pero hoy está otra vez al alza, luego de sucesivos reveses, en los cincuenta y los sesenta, con la integración racial, con el surgimiento de una sociedad multirracial, multicultural, plurilingüe, en la que los "blancos" tradicionalistas creen haber perdido terreno frente al globalismo y lo que consideran aún como favoritismo a liberales, minorías, mujeres, diversidad sexual y religiosa. Su nueva y abierta militancia es un choque para muchos, pero ya desde los setenta y ochenta había un renacimiento de la derecha.
Hoy, sin embargo, puede decirse que Donald Trump fue el catalizador. Su campaña alentó fuerzas ya existentes y conocidas ahora como "alt-right" por su concentración alrededor del internet y las redes sociales como parte de lo que consideran como una guerra cultural y racial. Deliberado o no, esos vínculos y su retórica parecen propiciar una tormenta que está a la espera de ocurrir.
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