La Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) dio noticias preocupantes sobre el estado de la inversión extranjera directa (IED), las exportaciones de capital y el desempeño de las empresas multilatinas en 2016. Si ese año la IED cayó 7.9%, las expectativas para 2017 no son mejores, con un descenso estimado del 5%.
El principal motivo del retraimiento de la inversión foránea es el fin del súper ciclo de las materias primas. También incidió el menor crecimiento económico, aunque en Brasil, el mayor receptor de inversiones en 2016 (79,000 millones de dólares), éstas crecieron 5.7% respecto a 2015 al partir de niveles mínimos. Le siguió México, con 32 mil millones, 7.9% menos, aunque manteniendo sus niveles históricos.
Otro factor alude a la revolución digital en marcha, de una gran “sofisticación tecnológica”. Esto provoca, como señala la CEPAL, que cuantiosas inversiones se concentran en las economías más desarrolladas, donde hay mejores oportunidades que en las emergentes. Pese a ello, en América Latina, buena parte del nuevo capital invertido se concentró en sectores dinámicos (energías renovables, telecomunicaciones o industria automotriz), como muestran los casos exitosos de México y Chile.
Para superar el modo en que ciertos países latinoamericanos se vinculan al mundo globalizado, hay que impulsar políticas proactivas capaces de atraer inversiones, mejorar la productividad y acelerar el crecimiento. Algunas naciones, especialmente las productoras de alimentos, siguen creyendo que sus exportaciones siempre serán demandadas. Pero incluso aquí los cambios tecnológicos disparan transformaciones profundas, siendo la soja uno de los mejores ejemplos.
De ahí la necesidad de propiciar avances en la productividad regional si no se quiere perder el tren del progreso. Esto implica una vinculación más estrecha con las cadenas globales de valor e invertir mejor en educación, I + D (inversión y desarrollo) e infraestructuras. También se debe tratar de aprovechar la alta urbanización existente, superior al 80%.
El Massachusetts Institute of Technology (MIT) ha manejado el supuesto de que el desempleo internacional podría alcanzar el 80% de la población activa, de modo que sólo los sectores más innovadores y creativos seguirán generando empleo. Si a nivel global la necesidad de sumarse a la transformación digital es urgente, ésta aumenta en América Latina, dados sus pobres resultados científicos y tecnológicos, la más que discreta ubicación de sus universidades en los rankings internacionales y la baja generación de patente.
Una última cuestión sobre la que llama la atención la CEPAL remite al origen de la IED. Mientras de EU llegó el 20% del total, los 28 países de la UE (incluyendo a Reino Unido) sumaron el 53%. China sólo invirtió 1.1% en 2016, si bien el protagonismo reciente de sus empresas en fusiones y adquisiciones en América Latina hace previsible una notable mejora en 2017. Aún así, Europa seguirá siendo en el futuro inmediato el principal origen de la IED que desembarque en la región y el mercado más diversificado para las exportaciones latinoamericanas.
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