Relación EU-Mexico y la política doméstica estadounidense

¿En qué medida la relación con México puede verse afectada por los queveres de la política estadounidense? La pregunta es mucho más pertinente de lo que pudiera pensarse. El presidente Donald Trump suele ventilar sus emociones en mensajes de tuit y con ello meterse en problemas de todo tipo, desde personales hasta políticos. El más reciente blanco de sus ataques es Mitch McConnell, el líder de la mayoría republicana en el Senado, por su fracaso en la abolición de la ley de salud Obamacare, definida con el nombre del anterior presidente, Barack Obama. Las críticas de Trump fueron tanto por el fracaso como respuesta por un señalamiento público de McConnell, que dijo en una conferencia que Trump tenía, por su inexperiencia política "excesivas expectaciones sobre la rapidez con que pueden ocurrir las cosas en un proceso democrático". El choque va mucho más allá de las personalidades. Hay ciertamente un problema derivado de la ignorancia de Trump, pero también de la forma en que funciona el proceso legislativo estadounidense, donde un solo senador, por ejemplo, puede detener por largo tiempo medidas de gobierno. Pelearse con el legislativo es como pelearse con la cocinera, pero esa cocinera es la que determina que gastos se pueden hacer o no. Y eso trae a colación el tema mexicano. Por un lado, hay cada vez mas versiones en torno a la importancia que el gobierno Trump y sus aliados atribuyen a la construcción de una barda en la frontera con México, como cumplimiento de una promesa electoral y como necesidad de un triunfo político ante la crítica ausencia de logros legislativos durante los primeros seis meses del gobierno Trump. Pero eso implica que sea el Congreso quien deba aprobar los recursos para la valla, que de pronto pasa a ser una pieza de la mayor importancia política, porque dependería en buena medida de que los republicanos busquen darle un triunfo o una derrota a Trump, al margen de lo que haga la minoría demócrata por su parte. Paralelamente, Trump considera la posibilidad de designar a un amigo suyo, el empresario de bienes raíces Tom Barrack, como embajador en México, ante la importancia que tiene la relación bilateral bajo cualesquier aspecto. Barrack ha hecho saber que lo piensa. Después de todo, querría tener un impacto mayor en la política hacia América Latina, según la publicación especializada "politico.com". Barrack tiene sus propios problemas. De acuerdo con el diario The Guardian, esta bajo investigación en Italia por una evasión de impuestos de hasta 170 millones de euros. Por otro, el proceso de confirmación puede ser harto complicado. La actual embajadora en México, Roberta Jacobson, pasó mas de un año pendiente de confirmación porque un senador republicano, Marco Rubio, decidió que no le había gustado que participara en la reanudación de relaciones con Cuba en su papel de subsecretaria de Estado. Hay además docenas de funcionarios nombrados por Trump pendientes de confirmación. Así, las cosas, el señor Barack tiene razón en pensarlo dos veces.   Columna anterior: Una crisis nuclear y preocupaciones para México