Si el encuentro de hoy entre los presidentes Enrique Peña y Donald Trump será breve y sin grandes acuerdos, según vaticinó el canciller Luis Videgaray, al menos el mexicano debería plantear la urgencia de regular el trabajo temporal que más de 120 mil mexicanos prestan anualmente a Estados Unidos.
Porque a diferencia del Programa de Trabajadores Agrícolas México-Canadá, que cuenta con la vigilancia de los gobiernos, la contratación de empleados temporales con visas H2A (agricultura) y H2B (oficios como jardinería, obreros, herrería, etcétera) está en manos de reclutadores sin control, entre los que hay timadores y ladrones que afectan a gente muy pobre.
El problema es la falta de un acuerdo binacional que regule las contrataciones de migrantes temporales en EU y la búsqueda de mano de obra en México. Así que cada parte hace lo que puede.
El patrón gringo que no encuentra personal local solicita al Departamento del Trabajo permiso para contratar del exterior, y una vez que se les autoriza manda a buscar a la gente principalmente a México (por los costos del traslado que debe cubrir), a través de compañías o particulares que operan sin reglas, mientras el interesado no tiene opciones efectivas para saber si la empresa o el trabajo ofertado existen.
El Departamento del Trabajo de EU tiene un listado de compañías que requieren trabajadores temporales en su página web, pero no está actualizada y su lectura requiere alto dominio de navegación y del inglés, características de las carecen los aspirantes a H2. El Servicio Nacional de Empleo en México tiene otra lista online, sin distinguir cuáles empresas son de aquí y cuáles de allá.
Ante estas faltas, los trabajadores mexicanos tienen problemas. Cobros ilegales de viáticos, trámites de visa o falsas promesas de salarios, condiciones de estancia, seguro médico y maltratos son el pan de cada día.
El binacional Centro de los Derechos Humanos para los Migrantes (CDM), una organización no gubernamental iniciativa de abogadas estadunidenses, documentó que la mitad de los mexicanos que ha viajado a EU con visas H2 sufrió algún tipo de fraude, y un número similar hipotecó sus propiedades con el riesgo de perderlas frente a usureros que llegan a cobrar hasta 79% de intereses.
En 2011, la policía de Monterrey hizo público el caso 15 oaxaqueños que fueron víctimas de falsos reclutadores que los llevaron a Nuevo León con la promesa de darles documentos para trabajo temporal. Una vez que llegaron al Río Cadereyta los abandonaron: “Aquí es el Río Bravo, sólo tienen que cruzar”, dijeron.
Los sinsabores de las visas H2 son muchos y pueden multiplicarse ante la apuesta de las empresas estadounidenses por el trabajo temporal (en los últimos dos años incrementó un 16%, según CDM) por la presión de Trump en contra de la contratación de indocumentados.
Mejor momento no se puede esperar para poner orden.
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