Justo cuando escribo esta columna, la guerra política y mediática entre la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y la Coordinación General de Protección Civil, por parte del Gobierno Federal, y el Gobierno de Morelos ha sido declarada. Y es que el tema no podía estar más caliente.
Hace ya dos semanas que se hundió la tierra en el tan publicitado Paso Express de Cuernavaca y aún no hay un solo responsable identificado, y menos detenido. No hay peritaje técnico definitivo sobre qué fue lo que pasó. Mucho menos se ha explicado por qué tardaron ¡once horas! en rescatar a las dos personas que murieron en ese socavón. Las autoridades involucradas se echan la culpa unos a otros.
Desde el minuto uno de ocurrida la tragedia, Graco Ramírez ha intentado salir lo mejor librado posible del asunto. De hecho, tardó algunos días en aparecer para dar la cara en una tragedia que, sin duda, raspa a su gobierno. ¿Por qué?, porque una de las constructoras de la obra responsabiliza al gobierno estatal del mal mantenimiento en el drenaje que, supuestamente, provocó el hundimiento. Eso está por verse.
Es un hecho. Graco Ramírez difícilmente saldrá bien librado de por qué Protección Civil de Morelos tardó tanto tiempo en rescatar a Juan Mena Ruiz, de 65 años, y Juan Mena Romero, de 33 -padre e hijo-, quienes sobrevivieron a la caída en su vehículo, pero murieron asfixiados en la oquedad. La necropsia estableció que fallecieron menos de dos horas antes de ser rescatados. Es decir, protección civil tuvo por lo menos ocho horas para sacarlos con vida. Inexplicablemente, los trabajos de rescate tardaron mucho tiempo.
No quiero imaginar lo que debió ser para estos dos hombres, y sus familiares, esa espantosa agonía. Después de que se los tragó la tierra, se comunicaron con su familia, pidieron auxilio, esperaron horas con la esperanza de ser rescatados vivos, pero nada. Nunca llegó la ayuda. Y esa es la pregunta para las autoridades morelenses. Se sabía qué les pasó, el vehículo estaba a la vista y a unos cuantos metros de la superficie y nunca les llegó un tanque de oxígeno, ni una manguera, ni nada que evitara su muerte por asfixia. ¿Quién habrá muerto primero, el padre o el hijo? ¿Imagina usted la desesperación del padre, o del hijo, o de aquél que murió al final? ¿Qué explicación lógica daría Graco Ramírez a la familia?
Además, la tragedia descubrió, otra vez, la ‘cola larga’ y el nepotismo documentado de Graco Ramírez. Lo primero que hizo, y consiguió, fue pedir la destitución del delegado de la SCT en Morelos por negligente. Ah, pero lo que no dijo Graco Ramírez fue que antes del destituido, el delegado de SCT en Morelos era, ni más ni menos, que Carlos Aguirre Rivero. ¿Le suena? Sí, hermano del exgobernador perredista de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero. A su vez, el delegado de la SCT en Guerrero es Francisco Ramírez Garrido Abreu. Sí, hermano del gobernador perredista de Morelos. Ayúdame, que yo te ayudaré. Así, el socavón sepultó también las demenciales aspiraciones presidenciales de Graco Ramírez.
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