Mucho se ha dicho y escrito de que al elegir a Donald Trump como presidente, Estados Unidos aceptó la opción de abandonar su liderazgo y retirar su apoyo al sistema mundial que organizaron a partir del final de la Segunda Guerra Mundial.
Pero ¿y si esa posición está más de acuerdo con la historia estadounidense que la presuntamente generosa nación que participó en la Guerra Fría, supuestamente para salvar al mundo de la dictadura comunista?
De acuerdo con al menos un autor, "la actual administración ha decidido encarar al mundo puramente sobre la base del propio interés, y en ese sentido, la Casa Blanca de hoy tiene más en común con una dura, simplista versión del realismo del siglo XIX, que con la más complicada y multifacética diplomacia que caracterizó los 70 años desde el final de la Segunda Guerra Mundial".
En un reciente artículo para la revista especializada "politico.com", el analista Zachary Karabell señaló que el gobierno de Trump "representa un repudio no sólo de Barack Obama, sino de décadas de genuflexiones estadounidenses hacia la "comunidad de naciones" y paz, a través de instituciones globales como las Naciones Unidas y alianzas multilaterales como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)".
Para Karabell, la postura delineada por Trump podría ser calificada como honesta. Después de todo, parece empeñado en remover la dualidad que ha plagado la política exterior estadounidense y la ha hecho vulnerable a las acusaciones de hipocresía.
Desde ese punto de vista casi podría decirse que es algo refrescante, pero falta ver si es sabio: crea un vacío de poder que por pura inercia será llenado por otros y en la política después de Trump difícilmente Estados Unidos podrá recuperar el manto de idealismo o de generosidad con el que cubrían sus acciones.
Pero le quedaría el lenguaje del poder, el económico y el político. O el del chantaje militar. Al menos por un tiempo.
Según el historiador estadounidense Robert Kagan, Estados Unidos ha sido, es y será, "una nación peligrosa".
En un brutal texto en The Washington Post, Kagan destacó que durante los primeros tiempos del gobierno de Trump hubo muchos, incluso críticos que se habían opuesto a él, que aceptaron sumarse a su gobierno sobre la base de servicio al gobierno y al país, o sea tratar de evitar en lo posible decisiones erróneas.
Pero el inicio del gobierno de Trump ha sido mucho más que eso. Los "adultos" han sido mas adornos que barreras de seguridad y entre tanto Trump ha debilitado la posición política de los Estados Unidos en el mundo y puesto en cuestión su liderazgo moral.
De hecho, en un mundo que busca certidumbres, Trump parece haber abierto una puerta a los posibles reemplazantes de Estados Unidos como eje del sistema internacional: China, la Unión Europea y tal vez Rusia.
Pero ya ni siquiera es necesario preguntar quién pagará los platos rotos: en este momento el mundo que de alguna forma confió en Estados Unidos. Después, la factura llegará a los estadounidenses.
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