Conspiracy

En 1985, el australiano dueño de una colección de medios electrónicos e impresos, Rupert Murdoch, se convirtió en ciudadano estadounidense. Esto lo hizo para poder comprar canales de televisión abierta en los Estados Unidos. Uno de estos se convirtió en Fox News, el canal de noticias que crearía el ecosistema “conservador” que permitiría la llegada del actual presidente americano a la Casa Blanca. La narrativa que sustenta la cosmovisión del actual Partido Republicano es la siguiente: Estados Unidos es víctima de la globalización (de la cual fueron arquitectos) porque los “liberales” americanos traicionaron a su país. Según esto, la “élite”, educada y concentrada en las costas, manipula a las minorías negras y morenas, pero también gay y otras, para ganar las elecciones, debilitar a su país con acuerdos internacionales, y condenar a los “verdaderos americanos” (blancos, y en los estados del centro/sur) a la pobreza. La destitución económica de estos buenos cristianos, que aman a sus armas y a su versión de Dios, lo afianzan los liberales a través del libre comercio (ej. TLCAN), y la inmigración de lugares como México, y países musulmanes. Esta mentira apocalíptica, con su teoría de complot, es lo que escuchamos en el discurso de inicio de la nueva administración, el 20 de enero de este año. También se vislumbra en las primeras 2 páginas de las 18 del escrito que ingresó la Casa Blanca para la “renegocición” del TLCAN la semana pasada (Estados Unidos “sangra” por culpa del TLCAN, etc.) Se remonta al discurso de inicio del candidato ganador cuando llamó a los mexicanos “violadores”, lo cual es parte del uso de la violencia sexual para ilustrar su punto. Cuentan la historia que su país es una bella y pura dama que está siendo agredida por gente sin escrúpulos y, por ende, necesita un hombre fuerte para rescatarla. Es una narrativa fácil de entender por lo repetitivo. Casi todos los hombres ambiciosos que desprecian procesos democráticos lo usan. Lo vemos en Alemania en los 30, en la Rusia de Putin, en la Venezuela de Chávez, en la Turquía de Erdogan, y en un sinnúmero de repúblicas bananeras alrededor del mundo. México tuvo su versión con Luis Echeverría, aunque ahí el “violador” era el “imperialista yanqui” (¡oh, ironía!) Éste es el cuento que cuentan Breitbart, Fox News, y ahora Sinclair, la segunda cadena de estaciones locales de televisión de Estados Unidos. Lo llaman “conservador”, pero la verdad es que es revolucionario. De hecho, es, muy literalmente, el mundo al revés. La superpotencia que generó la mayor riqueza del mundo después de imponer su orden, ahora es víctima de todo. El vecino mexicano, cuya economía es 1/18 veces la americana, es el canalla que se aprovecha de la nobleza del pueblo americano para quedarse con su riqueza. Y lo hace gracias a la complicidad de las élites de Harvard, Manhattan, y Hollywood. Por el momento, nadie ha enfrentado eficazmente esta perversa y muy peligrosa mentira. Ni los mexicanos, que hemos sido señalados, ni los empresarios, ni los “liberales”. La historia nos muestra que ése es el peor error de todos.   Por Agustín Barrios Gómez