El Liberalismo como práctica administrativa del poder político surge con Juárez, dándole al ciudadano libertades de culto, educación y registro civil, a partir de un movimiento ideológico y reformista de leyes y de expresiones oficiales en el Gobierno.
La Post-Revolución, asentada en la Constitución de 1917, favoreció la intervención del Estado en nombre de la reforma social y el crecimiento de la nación desde una concepción mixta de la economía, donde gobierno y sociedad se conjugan como dos fuerzas del progreso.
La libertad se volvió una oportunidad para el ciudadano en los ámbitos económico, social y político, para influir en el desarrollo del país desde sus propias capacidades, en una simbiosis con las instituciones del Estado a través de sus reglas productivas, democráticas y participativas.
El Estado Liberal de Derecho creó nuevas formas de interacción de las instancias gubernamentales con los sectores privado y social, para crear riqueza individual y crecimiento macroeconómico, propiciando a partir de las libertades políticas la creación de organismos más autónomos de control de los procesos electorales (ciudadanizados).
El Estado Social de Derecho, se presenta como la búsqueda de mejor equilibrios, redistribución de la riqueza, subsidiaridad del Estado y compensación para resolver problemáticas de pobreza o de carencia de oportunidad de las clases más desfavorecidas económicamente.
Jesús Reyes Heroles, en su obra de “El Liberalismo Mexicano”, describe las motivaciones ideológicas en los conceptos de igualdad y progreso, desde la libertad individual y de grupo, como actos asociados a la voluntad dentro de un marco legal vinculado a las instituciones del Estado.
El denominado Liberalismo Económico vino a cambiar las reglas del desarrollo, dejando a partir de la dominación de los Neoliberales, todos los actos del progreso en manos del mercado. Ello generó mucha riqueza pero en pocas manos, y por ende muchos dejaron ser parte de las oportunidades del progreso, generándose una gran cantidad de pobres.
En el 2018 está en juego un Proyecto de Nación, donde las ideologías de izquierda y derecha, se deben preguntar el lugar preponderante de las libertades, porque llevamos varias décadas con políticas hacendarias las cuales dejaron de lado a las políticas redistributivas, apostando a la capacidad autocorrectora del mercado y limitando las capacidades del Estado de responder a los macrodesequilibrios económicos y el incremento desmesurado de la deuda externa.
El neomercantilismo no es ni la solución ni el camino más adecuado para ninguna nación del mundo, pues han fracasado las reglas sobre equilibrios del mercado en la globalización, propiciando el resurgimiento de tendencias proteccionistas y múltiples rediseños fiscales, en países tradicionalmente neoliberales como EEUU, Inglaterra y Japón, así como otras naciones Asiáticas y Europeas.
Estamos obligados como analistas y profesionales de los temas financieros, a replantear el modelo económico de la nación y por ende las políticas hacendarias aplicadas por la administración pública, desde una concepción más autocrítica la cual permita darle cuerpo y sentido a un Proyecto de Nación basado en la oferta de un Gobierno de Coalición para el 2018.
* Titular del Órgano Interno de Control de la PROFECO