El año 2015, Apple registró ingresos de 61,000 millones de dólares en China, más de lo doble de lo conseguido en 2012 (27,000 millones), el año siguiente a su ingreso a ese mercado. Nada desdeñable pese a las estrictas regulaciones proteccionistas del gigante asiático. Esas fueron las buenas noticias.
Las malas tendrían lugar a lo largo de 2016, cuando las ventas del iPhone comenzaron a caer de manera ostensible hasta solamente sumar 46,000 millones.
Las peores: las ventas continúan en caída libre este año (–14% al 1 de abril) a consecuencia, entre otros factores, del éxito conseguido por algunas startups locales (OPPO y Vivo) que han conseguido fabricar smartphones de gran capacidad pero a un precio sustancialmente menor. Por supuesto, no hay que obviar el crecimiento sostenido que mantiene Huawei.
Pese a ello, en mayo pasado Tim Cook se mostró optimista al declarar que en Cupertino continuaban muy entusiasmados por la oportunidad de crecimiento que representa el mercado de la Gran China.
Al mal tiempo buena cara, dicen, y eso fue lo que hizo el sucesor de Steve Jobs. Sin embargo, Cook ya se sacudía la manga para extraer un as oculto.
Se llama Isabel Ge Mahe y nació en Shenyang, capital de la provincia de Liaoning. Su idioma nativo es el mandarín, pero cursó estudios de licenciatura y maestría en ingeniería eléctrica en la Universidad Simon Fraser de la Columbia Británica. Asimismo, tiene una maestría en Administración de Empresas por la Universidad de California, Berkeley.
Ge Mahe, que durante nueve años lideró los equipos de ingeniería y software de tecnologías inalámbricas para la manzana, ha sido nombrada por Tim Cook vicepresidenta y directora ejecutiva de Apple China, un cargo en el pasado inexistente cuya sola implementación implica un golpe de timón y un consecuente cambio de rumbo.
Dicho de otro modo, Cook no se rinde y para convencer al mercado chino se hizo de una quintacolumnista nacida en ese país, pero educada en Occidente, que le ayudará a sortear los escollos que a cada momento impone el gobierno de Beijing a las empresas extranjeras. El último de ellos: construir con una compañía local su propio centro de datos, principalmente para satisfacer los requerimientos de una nueva ley en torno a cibersecuridad.
Isabel Ge Mahe, quien despachará en Shanghái y asumirá su nuevo puesto a finales del verano, no lo tiene nada fácil. La apuesta que con ella hace Cook es no sólo incrementar las ventas del iPhone el año en que se cumplen diez años de su aparición en el mundo y que Apple celebrará el próximo otoño con la llegada del iPhone 8 (de cuyo diseño y capacidad se espera una nueva revolución), sino de mantener un liderazgo a prueba de naufragios que culmine si no con el dominio total de Apple en el mercado chino, sí con una tajada importante.
Tim Cook ha ungido emperatriz a Isabel Ge Mahe, una ciudadana china que, sin embargo, habrá de reinar e imponerse bajo la insignia de una dinastía extranjera.
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