Por la Espiral
Por: Claudia Luna Palencia *
En Europa le llaman la cita del desquite: la reunión del G-20 el 7 y 8 de julio en Hamburgo, la cuna de la canciller Angela Merkel. En los acuerdos preparatorios, el 29 de junio en Berlín, Merkel se reunió con el presidente francés Emmanuel Macron y su homólogo español Mariano Rajoy, los líderes europeos acordaron reubicar el eje de los Acuerdos de París como “irrenegociables e irrenunciables” en alusión a la salida anunciada por Donald Trump.
Merkel llegará revestida con su capa azul europeísta al G-20, avalada más que nunca por las potencias occidentales ante los desequilibrios provocados en los últimos meses por la inusitada política internacional de Washington.
Lista para encarar su cuarto periodo electoral (el 24 de septiembre habrá elecciones) la también presidenta del Partido de la Unión Demócrata Cristiana, de conquistar otra vez el voto ciudadano —como apuntan las encuestas— dejaría el poder germano a finales de 2021.
Frau Merkel se ha convertido en un símbolo para la UE: desata toda clase de pasiones con la intensidad intrínseca de la palabra misma, su andar no pasa inadvertido y ni siquiera puede comparársele con la conservadora Margaret Thatcher, la otra referencia política femenina que gobernó Gran Bretaña, de 1979 a 1990, en los tiempos del capitalismo bastardo y la comunión con Ronald Reagan.
La alemana tiene su propia personalidad, y todo lo contrario a la premier británica Theresa May, a ella le interesa alejarse de cualquier punto de comparación y fantasmagoría respecto a Thatcher. Incluso ha sorprendido su visto bueno para reconocer el matrimonio homosexual.
La política de 62 años es una defensora de la unidad como eje del bienestar compartido y contrapeso de poder frente a las amenazas y desafíos externos, es una convencida europeísta que en los años más duros de la crisis económica jaló del carro de la UE, justo cuando más de una economía deslizó su intención de abandonar el club.
Merkel llegará al G-20 convertida en wonder woman: revitalizada, rejuvenecida y reforzada, gracias a la victoria en Francia de Macron, a la caída de la popularidad internacional de Trump y a la pérdida de la mayoría absoluta de May.
Se ha lanzado de viaje buscando acercamientos con México, una de las economías por el momento más golpeadas por la retórica inflamablemente proteccionista de Trump; después cogió las maletas y se fue a Argentina. Ha vuelto a Alemania arropada por el papa Francisco para situarla como la defensora del libre mercado.
Ella no ha dudado en reiterar que el futuro de la UE pasa por China con su nueva Ruta de la Seda. Tan buenas son las relaciones entre Merkel y Xi Jingping que el líder chino le ha enviado dos osos pandas: Meng Meng y Jia Qing “la nueva diplomacia panda” para celebrar que en el cónclave del G-20 no serán nuevamente intimidados por Trump y los recalcitrantes proteccionistas de hueso duro. El futuro pasa por las manos de este nuevo dúo dinámico decidido a evitar el hundimiento de la UE y del libre comercio.
*Economista y escritora de temas internacionales