Batalla por el control del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), inició el gobernador de Chiapas, Manuel Velasco, quien desde 2015 trae el plan de arrebatar al niño verde Jorge Emilio González la franquicia familiar, y quedar él como el nuevo jefe y, por ende, como único interlocutor ante el gobierno y… ante su aliado histórico el PRI.
Por eso, nos dicen, mandó a 22 de sus diputados locales y a 57 de sus alcaldes a firmar un desplegado, publicado el pasado miércoles, en el que se presentan como los rebeldes verdes que romperán la alianza con el priismo.
Falso anzuelo: de lo que se trata es de mostrar el músculo de Velasco y dejar claro al PRI-Gobierno que quien tiene las riendas del partido es el gobernador chiapaneco y no Jorge Emilio González, quien ahora anda dando tumbos buscando cómo adherirse al Frente Amplio Democrático que el PRD y el PAN no acaban de cuajar.
La estrategia del güero Velasco es meterse a la competencia por la candidatura presidencial, por supuesto para vender caro su amor al PRI, ser él quien reparta las posiciones que al final se obtengan de la coalición presidencial del 2018 y, finalmente, quedarse con el Partido.
Sabe, además, que sus números lo respaldan: ganó en 2012 la gubernatura con más del 70 por ciento de los votos, en las elecciones del 2015 ganó 12 de los 12 distritos en disputa, es decir, carro completo, logrando más de 700 mil sufragios, los cuales, en una elección cerrada como se prevé sea la del próximo año, pueden marcar la diferencia.
En cambio, el niño verde Jorge Emilio González, tiene al partido con una pésima imagen: multas por 500 millones de pesos impuestas por el Instituto Nacional Electoral por spots ilegales, cineminutos y más marrullerías que lo acercan más a un mapache que a un tucán.
Si a eso le suman los negativos de González ante la opinión pública, por sus viajes ostentosos, remisiones al Torito y muertes extrañas en su departamento de Cancún, se configura el escenario ideal para que Velasco ascienda como el nuevo jefe de los verdes.
SU TALÓN DE AQUILES
Sin embargo, una cosa es ser buen operador electoral y otra gobernar. Y es ahí donde Velasco tiene su punto débil: tomó el gobierno con 74.7 por ciento de pobreza y para 2014 aumentó a 76.2 por ciento. Y en educación, Chiapas sigue en el último lugar, con una tasa de analfabetismo del 14.8 por ciento, cuando a nivel nacional es de 5.5 por ciento, de acuerdo con mediciones oficiales del INEGI.
En resumen, es el verde Velasco un operador electoral de altas aspiraciones.
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EN EL VISOR: Muy ocupado está el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, buscando cómo quitarse del camino a adversarios políticos, que olvidó la principal función de un gobernante: dar seguridad a los ciudadanos. El reporte trimestral del Índice GLAC, publicado ayer por El Heraldo de México, indica que durante su gestión aumentaron 93 por ciento los homicidios dolosos. O sea, lo duplicó.
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