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El semáforo de 7 colores de García Luna

Ese Índice, que hoy publica El Heraldo de México, presenta una fotografía que permite comprender dónde está comparativamente cada región de México.

OPINIÓN

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Cinco preguntas: (1) ¿Qué tan factible es que un padre de familia permita que sus hijos adolescentes viajen con 10 amigos a Acapulco por una semana, hospedándose en algún hotel económico de la Costera Miguel Alemán?; (2) ¿Qué tanta predisposición tendría un profesionista en el país a mudarse con su familia al Estado de México?; (3) ¿Cuán atractivo es para algún empresario europeo establecer su filial en Chiapas o Oaxaca?; (4) ¿Qué probabilidad tendría un think tank global de abrir una sucursal mexicana en Tabasco?; y (5) ¿Qué tanto bienestar en su vida cotidiana perciben actualmente los habitantes de Zacatecas? Estas y otras preguntas que motivan decisiones de negocio, de inversión y de movilidad de recursos pueden ser respondidas con dos métodos: intuitivamente o utilizando una metodología sistemática. Lo primero está en el ámbito individual. Lo segundo es cada día mejor reportado en el país, gracias al reciente nacimiento de índices y clasificaciones que analizan cómo está México, de sur a norte, de costa a costa, de jungla a desierto. Uno de los índices que se han conocido recientemente con mayor notoriedad es el Índice GLAC, creado por la consultora del mismo nombre que creó el ex Secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna en conjunto con el ex directivo de la CIA José A. Rodríguez Jr. —y otros 4 socios—. En ese Índice, que hoy publica El Heraldo de México, se resume en un semáforo de 7 colores el grado de vinculación de dos variables centrales: la seguridad y el bienestar social, y presenta para cada Estado de la República una fotografía en tiempo real, que permite comprender de una forma más integral dónde está comparativamente cada región de México. Ya nos adelantaba el viernes nuestro Director General Editorial Alfredo González que el estado peor evaluado del país es Guerrero, mientras el mejor es Campeche —que ha desplazado a la Ciudad de México—. Conforme la visibilidad y relevancia de este Índice crezca para el mundo de los negocios, gobernadores como Arturo Núñez, Manuel Velasco, Alejandro Murat, Héctor Astudillo, Antonio Gali, Alejandro Tello y Eruviel Ávila (y su sucesor Alfredo del Mazo) deberían apresurarse a corregir las variables que los dejan pintados de rojo. Los gobernadores del país deben saber que el escrutinio sobre su desempeño y sobre sus políticas públicas está pasando a una nueva etapa: ha dejado de ser únicamente el reflejo del ánimo popular, y ha pasado a formar parte de un universo que se evalúa técnicamente, con reactivos, con mediciones puntuales. Y el Índice GLAC no es el único. Un avasallador contingente de científicos sociales está dándose a la tarea de crear también otras mediciones. Tal como debe ser si anhelamos ser un país desarrollado. Adiós, pues, a gobernar desde la fanfarronería y desde el cacicazgo. motacarlos100@gmail.com Columna anterior: Las tres (o cuatro) grandes prioridades de Enrique de la Madrid