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Apesta a corrupción

OPINIÓN

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Los 14.5 kilómetros del Paso Exprés en la México-Cuernavaca donde murieron dos personas en un socavón que se abrió, huelen a corrupción. La estela ya es inocultable.   Hace un par de semanas, previo al accidente fatal, la SCT publicó un libro, de 325 páginas donde se abordan una a una las obras de infraestructura que se desarrollaron –o estaban en desarrollo- el año pasado. “Infraestructura de Comunicaciones y Transportes”, se titula. En la página 61, la dependencia a cargo de Gerardo Ruiz Esparza, detalla el “Paso exprés de Cuernavaca”. Más allá de los beneficios presumidos, como que se estará “agilizando el flujo, mejorando las condiciones de operación y seguridad para los usuarios (fail)”, llama la atención el costo: 2 mil 213.5 millones de pesos por 14.5 kilómetros.   En unas cuantas páginas, hay botones de muestra que exhiben un sobreprecio pagado por la obra –cuyo costo se elevó a más de doble de lo presupuestado al inicio: mil 45 millones- que despierta sospechas. Por ejemplo, el Macrolibramiento de Guadalajara, con 25 kilómetros de longitud, costó mil 288.3 millones; mide casi el doble y costó casi la mitad. Otro: la Autopista Cuitzeo-Pátzcuaro, Macrolibramiento Morelia, con una extensión de 64.1 kilómetros y un costo de 4 mil 300 millones; su longitud es cuatro veces mayor al Paso Exprés y su costo no llega ni a la mitad. Uno más: la Autopista Jala-Compostela-Bahía de Banderas, costó 4 mil millones y tiene una extensión de 67.9 kilómetros; menos del doble del costo, más de 4.5 veces su longitud. Y así podríamos seguirle…   A las sospechas por el sobrecosto hay que agregar lo turbio de quienes construyeron. Epccor, socia de Aldesa en el Paso Exprés, propiedad de los hijos del empresario Juan Diego Gutiérrez Cortina, quien controla Gutsa -firma inhabilitada por el sobreprecio de 400 millones en la Estela de Luz-, ha recibido decenas de contratos. La ley es clara: prohíbe a dependencias contratar a quienes directa o indirectamente tienen accionistas en común con contratistas inhabilitados. Es el caso.   Otro escándalo dentro del escándalo. Aldesa, cuya filial española ha estado envuelta en señalamientos de corrupción por aportaciones ilegales al Partido Popular que coincidían con adjudicaciones de obras con sobreprecio, también tiene un negro historial en México: de observaciones en la Auditoria Superior de la Federación por mala ejecución y planeación de la Autopista Mazatlán-Durango, a opacidad –además de retraso en la obra- en la construcción del Túnel Emisor Poniente. Y para acabarla, en sus manos está la edificación de la Torre de Control del Nuevo Aeropuerto CDMX.   La corrupción apesta en cada kilómetro del Paso Exprés, una obra que incluso antes de su apertura dejó 80 accidentes y 21 muertos. Pero Ruiz Esparza debe creer que esto se trata solo de un “mal rato”, que ya pasará. Los señalamientos lo envuelven. La investigación debe alcanzarlo.   -Off the récord   Los escenarios para Javier Duarte son dos, dependiendo lo que un Juez determine hoy mismo: el reclusorio Norte, donde se le sigue el proceso federal, o el Altiplano. La PGR lo quiere en la prisión de máxima seguridad y el MP pedirá que sea enviado allá. Su celda está lista.   Columna anterior: Un despido no basta, secretario