La Fiesta de los toros es más atacada que nunca, pero desafortunadamente la inmensa mayoría de los ataques que recibe carecen de sustento. Sus enemigos suelen guiarse por el simplismo y la desinformación.
Se antepone el animalismo sobre el humanismo, aberrante criterio. Se habla con ligereza y por consiguiente, con irresponsabilidad, de lo que se desconoce.
Los antitaurinos no lo mencionan en sus postulados, pero las ganaderías donde se cría al toro de lidia son grandes ecosistemas donde se preservan muchas otras especies animales.
El toro es alimentado durante cuatro años y vive en absoluta libertad, a diferencia del ganado de engorda, éste sí víctima en muchos casos, de la crueldad.
El toro vive por lo menos cuatro años a campo abierto en excelentes condiciones. En cambio, mil o más reses de engorda pueden hacinarse en apenas una hectárea. En ese mismo espacio de aglutinamiento, su excremento genera metano, el mayor contaminante del planeta, por encima del dióxido de carbono que producen los motores.
El toro pace en espaciosos terrenos puramente ecológicos. Las ganaderías de bravo ocupan actualmente 170 mil hectáreas dentro del territorio nacional.
Una res de engorda vive apenas nueve meses. La vida del toro dura por lo menos 48. Esto quiere decir que la existencia del toro es cinco veces más larga que la de las reses predestinadas para el consumo del hombre. Por cierto, la carne del toro es perfectamente comestible.
Además, por cada toro que muere en la plaza, los ganaderos tienen en promedio otros siete toros vivos permanentemente.
Los ganaderos venden 650 millones de pesos en toros al año y la derrama económica está relacionada con pastura, grano, transportación, veterinarios, hotelería, restaurantes, puestos de comida, taxis y muchos rubros más.
Existiendo pues, numerosos datos que respaldan el trasfondo ecológico de la tauromaquia y habiendo una lista interminable de prioridades para sacar a este país del socavón de sus problemas, ¿por qué tanto interés en exterminar las corridas y por añadidura, al toro de lidia?, ¿por tomar los políticos a la Fiesta como rehén de sus oscuros intereses?, ¿en qué momento nos volvimos asustadizos?, ¿de cuándo acá somos afectos a humanizar a los animales?
Lejos de cruzarse de brazos ante el oportunismo político y otros demonios, los ganaderos y activistas ecológicos Carlos Castañeda, Antonio de Haro y Sabino Yano acaban de crear ECOTORO, una asociación civil cuyo objetivo es certificar ganaderías como bastiones ecológicos ante el gobierno de México y los distintos fondos de apoyo a la ecología de la UNESCO a nivel mundial, a fin de recibir apoyos técnicos y económicos para mantener al toro bravo como guardián del campo y su biodiversidad. Ojalá esta iniciativa tenga éxito. Estaremos pendientes.