El socavón en el “paso exprés” debería ser la “tumba política” del secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, considera buena parte de la sociedad, que indignada observa cómo el funcionario quiere “escurrir el bulto” culpando al Dios Tláloc y a las toneladas de basura acumulada, de provocar el agujerote y la muerte de dos personas. ¡Qué poca…sensibilidad, Gerardo! Le gritan
La opinión pública, por su parte, no quiere que el secretario explique lo inexplicable, como lo ha hecho en numerosas entrevistas otorgadas a diversos medios de comunicación, en donde quiere “dorarnos la píldora”, perdón, en las que ha prometido que la dependencia a su cargo investigará qué pasó, si hubo alguna falla u omisión, o no existió suficiente diligencia o eficiencia; que si hay responsables serán castigados con todo el peso de la ley, que la constructora tendrá que responder por los daños causados y la reparación de la obra –el miércoles la compañía responsable se apresuró a señalar que no tenían culpa alguna--, que eso no se va a quedar así, que no habrá impunidad… lo de siempre, pues.
Bueno, hasta le va a pedir al Órgano Interno de Control de la SCT que supuestamente depende de la secretaría de la Función Pública, una auditoría sobre el tema para deslindar responsabilidades de funcionarios y saber si se cumplieron las normas o no; si hubo negligencia de quienes supervisaron la obra, de los constructores. ¡Eso es pura demagogia! Le insisten al secretario. ¡Cuál demagogia!, responde; si ya corrimos al delegado de la dependencia en Morelos, por no haber escuchado a la ciudadanía, ni informar a sus superiores.
A ver, a ver, señor secretario. Para empezar, la mayoría de los Órganos Internos de Control de todas las dependencias del gobierno están al servicio de los titulares y de los Oficiales Mayores, así que a “a otro perro con ese hueso”. La indignada sociedad no quiere discursos, declaraciones, palabras de aliento, condolencias…sino castigo para todos los responsables que engañan a la población con sus obras mal hechas. No faltan quienes sospechan que en el “paso de la muerte”, como en muchas obras que ha concesionado la SCT en este sexenio, la corrupción, el contubernio, las marrullerías han sido el principal elemento.
Los sospechosistas también preguntan: ¿Por qué el mismísimo secretario Ruiz Esparza se empecinó en que el susodicho libramiento se inaugurara en plena semana Santa? ¿Por qué la SCT no supervisó metro a metro las condiciones del terreno y del drenaje; las especificaciones técnicas y otros detalles?
Si el sonado, controvertido y cancelado proyecto del “tren bala” México- Querétaro, ocurrido hace casi tres años no fue suficiente para que el presidente Enrique Peña Nieto despidiera a “Grigori Alexandrovich Potemkim”, como calificaron en aquel entonces al titular de la SCT por sus proyectos faraónicos, seguro que ahora sí “lo entierran”, políticamente hablando, por lo del socavón.
Columna anterior: Encinas, "verdades de a kilo"