Revuelta en el PRI

El fuego contra la dirigencia de Enrique Ochoa está a la orden del día. En público varios han manifestado su rechazo; en privado, el ánimo está más caliente

A días de su Asamblea Nacional, en el PRI viene un choque de trenes. El oficio político brilla por su ausencia, el descontento al interior crece, los ánimos se desbordan y, en corto, no son pocos los priistas de primer nivel, senadores, diputados y exgobernadores, que mientan madres por lo que, señalan, será una “simulación” con miras a “imponer desde Los Pinos candidato presidencial”. El fuego contra la dirigencia de Enrique Ochoa está a la orden del día. Ya en público el influyente Manlio Fabio Beltrones, la exgobernadora de Yucatán Ivonne Ortega, la senadora Lilia Merodio, la exdiputada Beatriz Pagés y hasta el impresentable Ulises Ruiz han manifestado su rechazo a lo que se cocina de cara a la próxima reunión entre priistas. En privado, los ánimos están más calientes, todavía. Dos senadores que, por la disciplina –o temor a represalias- tricolor, piden me reserve sus nombres, comparten por separado el mismo diagnóstico: “vamos hacia la peor crisis en la historia del PRI”, “desde Los Pinos quieren imponer decisiones”, “el equipo del presidente no escucha”, “tienen secuestrado al partido, “(Enrique) Ochoa me cae bien, pero no entiende a la militancia”. Uno de los legisladores, el más experimentado, va más allá: “haber ganado el Edomex los volvió más soberbios (…) les hizo creer que pueden ganar 2018 con los suyos”. Los dos coinciden en que después del pasado 4 de julio, el ajedrez se reacomodó y en Los Pinos “perdieron contacto con la realidad”. El presidente del PRI anda en calidad de bombero. Enrique Ochoa busca apagar los fuegos que se van encendiendo previo al inicio de la Asamblea en agosto próximo donde, se acusa, “Los Pinos quiere ponerle la mesa a su candidato presidencial”. A contrarreloj, se sienta con quienes manifiestan descontento para intentar convencerlos. Pide consejo a quienes ya pasaron por el CEN para hacer frente al río revuelto. El asunto, me comparten los senadores, es que está rebasado: “su margen de maniobra es reducido”, “no puede ofrecer nada”, “él también parece cooptado”. Cierto o falso, la revuelta que se vive al interior es cada vez más visible. Contrario a la férrea disciplina priista y a los usos y costumbres, donde la ropa sucia se lavaba en casa, en el tricolor comienzan a asomar la cabeza las diferencias. Por eso, en el cálculo de algunos, parece haber solo dos escenarios posibles: la insurrección, para hacerse del control del partido, enfrentando el poder de Los Pinos; o la ruptura, buscando otros caminos –y fuerzas políticas- rumbo a 2018. Cualquiera de las dos rutas tendría costos muy altos para el PRI que de por sí hoy, luce débil y fuera de la jugada. A Enrique Ochoa, que hoy cumple un año en la dirigencia priista, le quedan semanas para parar en seco la crisis que se gesta o le reventará en la cara en la Asamblea de agosto y, entonces, no tendremos que esperar a 2018 para saber que el PRI no repetirá en la Presidencia. -Off the record Buscaron la amistosa coincidencia, después pidieron diálogo, luego solicitaron una cita. En Los Pinos no hubo eco a su diagnóstico. Ni los ven ni los oyen. El choque en el PRI no parece tener retorno. Columna anterior: Las jodidas cárceles