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Autocrítica en el PRI

OPINIÓN

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Al interior del gobierno federal han realizado varios ejercicios de prospectiva sobre lo que ocurrirá en la XXII Asamblea Nacional del PRI y vaticinan que no se prevén grandes modificaciones estatutarias en torno al método para la elección del candidato presidencial. Anticipan que la designación de su abanderado no ocurrirá en el marco del cónclave tricolor, programado para celebrarse en agosto. Se iría hasta diciembre de este año o enero de 2018. Y es poco probable que se modifiquen las reglas. En cuanto a las corrientes críticas que han surgido en las últimas semanas, ven que tendrán poco eco, sobre todo los grupos que pretenden encabezar personajes como Ulises Ruiz o César Augusto Santiago, no porque carezcan de fuerza numérica, sino por la mala fama que tienen ambos personajes. Tampoco le ven peso a la corriente Alianza Generacional, encabezada entre otros por José Encarnación Alfaro e Ivonne Ortega. Los ven con poca fuerza para impulsar una transformación de fondo en el partido. En contraparte, otro de los diagnósticos internos incluye una reflexión sobre el papel de Enrique Ochoa, como presidente del PRI. Y observan que no ha logrado conocer de fondo los usos y costumbres del Revolucionario Institucional. Y a eso es precisamente a lo que atribuyen el crecimiento de voces disidentes en el partido, porque no se han canalizado de manera adecuada sus opiniones, reclamos y demandas de cara a la elección del 2018. Además, el CEN no ha logrado modificar la narrativa sobre lo que viene en Asamblea Nacional. Por un lado, las voces disidentes piden una Asamblea transformadora, cuando sólo les alcanza para tener un encuentro deliberativo. Lo que le conviene al tricolor, plantea uno de los diagnósticos referidos, es ahorrarse sobresaltos y estridencias, porque por más debates y mesas de trabajo que haya en todo el país, sólo uno elegirá a su candidato presidencial. Y si es externo o interno eso no se definirá en la Asamblea Nacional. Y mientras las corrientes internas y el CEN no se pongan de acuerdo, dicen, existe el riesgo de que sigan creciendo los purificados de almas que México no necesita. Esto en clara alusión a Andrés López Obrador. Rumbo a la CDMX Los diagnósticos dedican un apartado a lo que ocurre en el PRI de la CDMX, de cara a la elección del jefe de gobierno. Y anticipan que ser la cuarta fuerza política los coloca en desventaja total. El tricolor, como partido per se, tiene pocas o nulas posibilidades, pero si se toman en cuenta fenómenos que han ocurrido en otros estados, los priistas tendrían que apostarle más al hombre o la mujer que a la estructura misma. Y es aquí donde se empieza la danza de los nombres de posibles candidatos al gobierno de la capital: José Narro, Aurelio Nuño, Roberto Campa, Fernando Lerdo y hasta Pablo Escudero, del PVEM. La lista de prospectos, nos hacen saber, podría ser interminable, pero muchos otros que han sido mencionados, como Rosario Robles o la propia Claudia Ruiz, están impedidos legalmente. *** Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “Cambiar de cama cura la fiebre”. Columna anterior: Mitos y realidades electorales