Según el responsable de las políticas públicas deportivas, Horacio de la Vega, la Ciudad de México merece este epíteto por la cantidad de magnos eventos que aquí se desarrollan: una fecha de Fórmula 1, el Maratón Internacional, un partido de pretemporada de las Grandes Ligas, juegos de la NBA, uno de la NFL, el Derby de home runs. Agregue todos los que recuerde.
Entiendo que este tipo de espectáculos deportivos es una de las líneas de trabajo de De la Vega. Él ha dicho que además hay una de deporte social y otra para el desarrollo de talentos deportivos. De la primera todos estamos enterados. Salta a la vista. De las otras dos, sobre todo de la primera, nada se sabe. No exagero. ¿Qué le deja a los capitalinos que en su ciudad haya este tipo de espectáculos deportivos? Diversión, entretenimiento, la posibilidad de no tener que viajar a otro país para presenciarlos, si quiere súmele el orgullo de presumir a la Ciudad de México y sus autoridades como capaces de organizarlos. Ya.
En organizar shows deportivos descansa el trabajo de Horacio de la Vega, un funcionario cuya prioridad –según marca la Ley del Deporte- es garantizar que la población de la capital del país tenga condiciones para realizar deporte. El objetivo es acabar con el sedentarismo, ayudarle al sector salud a combatir los graves problemas de sobrepeso y obesidad; así como alejar a niños y jóvenes de las drogas y la delincuencia; el deporte como un elemento para reconstruir el tejido social.
Como director del Indeporte a Horacio de la Vega le toca garantizar que el mayor número de personas tenga acceso al deporte –derecho elevado a rango constitucional-, buenas instalaciones públicas, con entrenadores capacitados. Sobre esa base, ya podría pensar en quiénes pueden pasar de la recreación al alto rendimiento. Y de plano no le toca contribuir a que esos atletas se conviertan en el próximo Lionel Messi. Para eso existen los equipos profesionales. Ese es su negocio.
No quiero darle al deporte mayores atributos de los que en realidad tiene. Llegó la hora de entender que no necesariamente contribuye a la formación integral de las personas. Tenemos muchos ejemplos de cómo también deforma a las personas. ¿Se acuerdan de Aaron Hernández? Pero tampoco tenemos que tragarnos el cuento de que este tipo de espectáculos deportivos, por ejemplo, motivan a las personas a dejar de ser sedentarios.
Diacrítico: Quiero ver a Horacio de la Vega en las colonias de Tláhuac, Iztapalapa, Gustavo A. Madero o en las de la zona del Ajusco llevando el deporte social a la raza, a los que menos tienen, parándose en los lugares donde la delincuencia campea. Ése es su verdadero reto, su obligación como servidor público; no echar mano del marketing para montar espectáculos disfrazados de promoción y desarrollo del deporte para todos.
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