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Xóchitl Gálvez: El cuento de las Alcaldías

OPINIÓN

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Se puso intenso el debate en la Asamblea Legislativa al expedir la Ley Electoral de la Ciudad de México, luego de que constituyentes pidieran la apertura de la elección a concejales de las nuevas alcaldías, las cuales reemplazarán a las actuales jefaturas delegacionales.   Y es que algunos asambleístas se pronunciaron por las “alcaldías abiertas”, lo que implicaba elegir uno a uno a cada concejal y otros estuvieron a favor del llamado “carro completo”, donde el partido del alcalde electo, se quedaría con el 60 por ciento del concejo.   Y así es como terminó la discusión, al final los diputados determinaron integrar los concejos a modo, ya que los alcaldes contarán con la mayoría de concejales que integrarán esa nueva administración, el resto se designarán por vía plurinominal.   Resulta cuestionable la pasión desmedida con la que legisladores le entraron al tema, cuando los concejales no contarán con facultades ni serán un verdadero contrapeso para el gobierno en turno.   Por ejemplo, actualmente los ayuntamientos de todo el país cuentan con regidores, los cuales, proponen la expedición, derogación o reforma de los reglamentos municipales, conforman, incluso, una especie de miniparlamento.   También deliberan, solucionan, controlan y vigilan asuntos o problemas del municipio en materia de salud, educación, seguridad y obra pública, servicios y hasta regulan cambios de uso de suelo.   Además, entre sus atribuciones está cobrar el predial y el consumo de agua potable, lo que les permite cierta autonomía económica.   En cambio en la Ciudad de México, las alcaldías estarán limitadas, por ejemplo, no contarán con el control de la policía, no tendrán facultades para el cambio del uso de suelo y mucho menos podrán hacer cobros de predial y agua porque, incluso, la infraestructura está centralizada.   Pareciera que el concejo, lejos de ser verdadero equilibrio con el alcalde y dar pluralidad, sólo engrosará la burocracia que en nada abona a una mejor administración pública, pues tampoco cuenta con la capacidad de crear reglamentos dentro del nuevo gobierno.   Lo que necesita la Ciudad de México, más allá del cambio de nombre de jefaturas delegacionales a alcaldías, es gente comprometida con el bienestar colectivo. Hubiera sido conveniente que los concejales se establecieran bajo un cargo honorífico, sin pago de por medio.   ¿Qué nos queda? Hacer que este nuevo grupo de colaboradores contribuya en temas que también preocupan a los capitalinos: transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción.   De ahí la importancia en que las reuniones y diálogos que se establezcan entre los alcaldes y concejales sean abiertas, inclusive transmitidas en vivo por las diversas plataformas de redes sociales.   Así se evitaría la manipulación en la toma de decisiones, negociaciones en lo oscurito, extorsiones, pago de favores y hasta de “moches”. Que el concejo favorezca a una administración pública eficaz y que no se convierta en un perseguidor político del nuevo alcalde.   Los legisladores dejaron pasar la oportunidad de tener alcaldías abiertas, ahora toca a todos generar los mecanismos para lograr en 2018 un gobierno libre de burocracia y corrupción.   *Jefa delegacional Miguel Hidalgo