Hace muchos años el autor político mexicano Luis Spota hablaba de "El Solitario en Palacio".
Hoy podría ser "el solitario en la Casa Blanca". Pensar en Donald Trump como un presidente aislado, solitario, con el celular en la mano y dedicado a enviar tuits a las cuarto de la mañana ya no suena tan absurdo como sonaba hace apenas dos o tres meses.
Trump esencialmente está fuera de la jugada excepto por sus mensajes, pero el actual presidente de EU tiene apenas la lealtad más o menos firme de su familia directa y la muy condicionada fidelidad de la mayoría, por no decir todos los colaboradores que lo rodean en su gobierno.
La idea de que pueda ser impugnado constitucionalmente, sea por los escándalos alrededor de su gobierno, de los presuntos vínculos con los rusos hasta el supuesto intento de obstruir investigaciones, de sus presumidas transgresiones éticas hasta su hábito de distorsionar la verdad.
El hecho, sea lo que sea, es que Trump tiene pocos aliados. Eso se refleja en una agenda legislativa que sólo parece sujetarse a sus propuestas, pero en realidad es el programa de los republicanos; un ejemplo es la posición contra los indocumentados, que fue uno de los caballos de batalla del senador Jeff Sessions y ahora, como Procurador General aprovecha para llevarlas adelante, pero bajo el manto del gobierno Trump y con los recursos del gobierno de EU.
Y de igual forma se procede con el tema de la reforma de salud o la reducción de impuestos.
Trump tiene además otra importante arma de gobierno: el equivalente del decreto presidencial.
Pero eso no le ahorra el aislamiento. De hecho, puede afirmarse que le faltan cientos de posiciones por llenar, pero de la misma forma que muchos han declinado su invitación a sumarse a su gobierno o simplemente han anotado que no quieren ir a trabajar con él.
Un caso típico es el de George Conway, un abogado que declinó un nombramiento en el Departamento de Justicia y que el lunes calificó como "triste" que con sus tuits, Trump ayudara a dañar las perspectivas judiciales de su propuesta prohibición temporal a la entrada de musulmanes.
No habría llamado tanto la atención si Conway no fuera además el esposo de Kellyanne Conway, portavoz de Trump.
En ese marco no sólo comienzan las voces por la impugnación constitucional de Trump, sino incluso por la invocación de la Enmienda 25 de la Constitucion de EU que se refiere a la sustitución del mandatario por problemas de salud mental.
En cierta forma todos esos juegos empiezan apenas y han de jugarse con una variedad de caracteres que establecen un enorme contraste con Trump, como James Comey, el despedido director del FBI, convertido ahora en un formidable testigo de cargo contra el mandatario, o parecen desconfiar de él, como los líderes republicanos en el Congreso, el diputado Paul Ryan y el senador Mitch McConnell, sin olvidar por supuesto al vicepresidente Mike Pence.