Las reformas políticas pendientes sobre segunda vuelta y gobiernos de coalición ya van retrasadas frente a la nueva realidad política de México. Las reformas institucionales buscan generar un mejor marco de normas y reglas para los agentes económicos, políticos y sociales. Se trata de un proceso continuo y complejo, que trata de cambiar e incidir en la realidad, su fin es impactar en las condiciones concretas del ámbito que se trate.
Idealmente las reformas se hacen con una visión de largo plazo, pensando en el futuro, planeando y diseñando el porvenir; esa perspectiva siempre es la deseable, contar con un marco institucional que prevea la evolución social y de los fenómenos de nuestra civilización, que anticipe probables escenarios atajando problemas y fenómenos no deseables. Pero no siempre es así.
En ocasiones estas reformas intentan alcanzar a la realidad por necesidad o por demanda social, existen fenómenos que se desbordan y que hacen evidente la urgencia de modificar las reglas del juego, en este caso el juego político en nuestro país.
Para las elecciones de 2018 se presenta un escenario, encuestas más encuestas menos, de tres bloques principales PAN, PRI y Morena, con un gran fiel de la balanza el PRD, y varios balancines importantes como MC, PVEM, PT, PANAL, Encuentro Social y actores independientes importantes de fuerza local y regional que pueden impactar en dicha elección. Salvo la definición dura, anticipada y previsiblemente errónea de Morena al cerrar su espectro de alianzas sólo al PT, el escenario aún está abierto y la conformación de un Frente Amplio Opositor con PAN, PRD, MC y algún otro partido y actores independientes tiene caldo de cultivo ante el nuevo escenario y el PRI trabajará duro para mantener a sus aliados, y por necesidad tratará de no aparecer sólo en la boleta, ante una inminente contienda cerrada.
Por lo tanto, la competitividad electoral estará en función de la capacidad de los tres partidos más adelantados para concretar alianzas electorales, pero estas alianzas hasta hoy en día han tenido la lógica pragmática de suma de votos y poco nos dicen sobre lo más importante: cómo nos piensan gobernar, cómo integrarán un nuevo gobierno y qué programa orientará la actuación de ese Gobierno Federal.
Nuestro sistema político necesita regular esas alianzas con carácter urgente, y la falta de voluntad política por un cálculo político de partido o grupo está retrasando las reformas para alcanzar a esta evidente nueva realidad política, que requiere mecanismos para construir una nueva gobernabilidad democrática a través de regular la segunda vuelta de los gobiernos de coalición. Quienes perdemos sin este nuevo marco institucional sin duda somos todas y todos los mexicanos, quienes piensan ganar son quienes quieren seguir viviendo en la zona de confort que les proporciona un pasado ya rebasado por una sociedad que exige en la realidad que la clase política se ponga a la altura y sobre todo actualice su reloj, se levante de una vez y deje de posponer un rato más la alarma, pues ésta ya sonó.
*Líder del Foro Nuevo Sol del PRD