Ángel Aguirre, cuando gobernador en Guerrero (y quién sabe si aún), espió a conocidos, desconocidos, amigos, enemigos, colaboradores y detractores.
Así lo comprobó y consignó Alfonso Juárez en la nota principal de El Heraldo de México el pasado martes.
Ciertamente, con mil 35 audios y miles de horas de grabación, Aguirre sabía con quién se veían, cómo negociaban, cómo se intercambiaron canonjías y hasta qué comían sus espiados. Por ello es que debe dar la cara y explicar si nunca, nunca escuchó nada relativo a los 43 de Ayotzinapa, ni antes ni después de la desaparición de los normalistas en septiembre de 2014. Porque esa, esa nadie se la cree.
VIGILANTES VIGILADOS
El espionaje oficial en el estado de Guerrero, en los tiempos de Ángel Aguirre, estuvo a cargo de su entonces jefe de seguridad personal, Felipe Ornelas Rebollo, y de quien, a la sazón, era el titular de la Policía Ministerial de la entidad: Marcos Esteban Juárez Escalera.
Pero ellos mismo estaban dentro de las escuchas. Es decir, que las dos personas encargadas de establecer la inteligencia más fina para velar por la seguridad en el estado, de intercambiar datos, de establecer protocolos, de meterse a las cloacas para saber que todo está dentro de los márgenes de azolve necesarios en el gobierno… ¿nunca dijeron nada relativo al engrudo en que convirtieron los hechos, para empantanar el tema de Ayotzinapa? ¿Nadie habló de Abarca, de los policías que atajaron los autobuses, de qué pasó después, de cómo se los llevaron?
Además de estos funcionarios, quienes fueron espiados entre 2012 al 2014, estaba bajo escuchas el Secretario de Seguridad Pública estatal, Leonardo Vázquez Pérez.
Vaya, el hombre encargado de conocer los movimientos de miles de policías y de coordinarse con los servicios de los uniformados de 81 municipios, ¿nunca tocó o nunca le comentaron detalles de la desaparición de los normalistas?
Hoy, estos tres servidores públicos se encuentran fuera de Guerrero. Sería bueno que desde donde anden aclararan qué papel los tocó jugar.
EL ESLABÓN MÁS CERCANO
Uno de los luchadores sociales con mayor acercamiento a los estudiantes de Ayotzinapa es el dirigente de la Asamblea Popular de los Pueblos de Guerrero (la APPG), Nicolás Chávez Adame, quien también fue espiado desde el inicio del gobierno de Ángel Aguirre Rivero.
Pero él nunca reportó tener datos de nada, él nunca supo qué iba a para ni supo qué había pasado ni tuvo elementos para reconstruir esa perversa maraña de relaciones que se formó para tratar de dejar impune la desaparición de los normalistas. Él sólo espió (al menos) a 21 funcionarios y diputados durante su gobierno.
Pero no se preocupe por aclarar o no el tema (se sabe que no ha querido dar su versión al periodista Alfonso Juárez ni al diario): con paciencia (y, como dijo Arquímedes, una palanca), se irán transcribiendo uno a uno los mil 35 audios en poder de El Heraldo… y ya se verá.
CLAVES IV
En el Estado de México: ¿qué tal durmió, don Edmundo Ranero, secretario de Movilidad? Porque el papá y mamá de Valeria, no lo han logrado hacer.
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