La prensa porrista, la que solo repara en el resultado y no en cómo se obtiene, seguramente estará feliz de la vida con las locuras del "metodólogo" Juan Carlos Osorio. El colombiano ama las rotaciones; parte de la idea de que todos los futbolistas que participan de una convocatoria, deben tener una oportunidad. A mi entender, en una selección nacional deben jugar los mejores. Pero aquí, ese precepto que pareciera lógico, definitivamente no encaja
Que los resultados se han dado, correcto. Pero sería muy irresponsable de quienes escriben y hablan de futbol no ir al análisis de la forma. Contra la endeble Nueva Zelanda, Osorio hizo ocho cambios con respecto al partido que disputó contra Portugal. Tantas modificaciones, cerca estuvieron de costarle el partido. Talavera quedó mano a mano en por lo menos tres ocasiones con los delanteros neozelandeses. Falta de coordinación. Ausencia de soluciones en la parte baja. Déficit de generación de futbol y volumen de juego. Cero profundidad. Todo esto con o sin titulares.
En el medio del campo hay situaciones que, a juzgar por lo visto, no tiene claras ni el propio técnico. En opinión de muchos, Jonathan Dos Santos debiera ser el escudo clavado del equipo (me incluyo), pero en muchos pasajes de partido, esa función se mezcla con la de Héctor Herrera, futbolista con mayor proclividad para ir al frente y abandonar su zona. Jona, que sabe con la pelota y tiene un gran disparo de media distancia, debiera cumplir con esa función específica de ser el medio escudo, dejando más suelto al jugador del Porto. Habiendo jugadores como Molina (estupendo recuperador), Osorio se fue a la fácil y llevó a los que juegan en Europa.
Mas incongruencias. A nadie le cupo duda de que Javier Aquino fue el mejor futbolista contra Nueva Zelanda. Encaró, desbordó, trajo loco a su lateral y generó los dos goles de México, que acabaron en sendos remates de Jiménez y Oribe, respectivamente. Contra Rusia no apareció.
Sacar a Vela (el mejor de la cancha) contra Portugal, olió mas a capricho que a decisión estratégica.
Debemos marcar favorita a la escuadra teutona en el partido de mañana, aún a pesar de su juventud. ¿Por qué? Maneja un estilo desde hace muchísimos años y no inventa.
De corazón, espero equivocarme, pero tras haber visto los nebulosos pasajes de México en el fondo y su poca claridad en la generación de futbol y frecuencia de llegadas, se antoja complicado (no imposible) que México llegué a la final de la Confederaciones.
No todo es malo. En todos sus partidos, el cuadro nacional vino de atrás y encontró ciertas luces en lapsos prolongados contra Portugal. Pero esa carencia de regularidad, esa falta de un estilo definido, le puede costar el partido contra Alemania.