Las listas del presidente

Hay cierto momento en el que los presidentes comienzan a eclipsarse. En Estados Unidos esa condición recibe el mote de “pato cojo”. En México no existe una forma de nombrarlo, quizá porque el habitante de Los Pinos tiene en las manos la posibilidad de preservar el poder casi hasta el final, como un obsequio de las leyes no escritas del sistema político.

Enrique Peña ha entrado en la última fase de su mandato reprobado por ocho de diez mexicanos. Pero esto, pese a lo que representa, no ha minado su poder en términos absolutos. Puede degradar su percepción en la sociedad, pero no en la misma medida la capacidad de mover piezas para trascender en el futuro inmediato.

Uno de los instantes cruciales en estos juegos del poder es la conformación de las listas de aspirantes al Congreso en las elecciones presidenciales. En Los Pinos, el presidente ha emprendido la última de sus batallas en el riesgoso juego de palomear candidatos.

Es mucho lo que se juegan Peña y los hombres y las mujeres que lo han acompañado en uno de los gobiernos más controvertidos en años recientes. Las listas, una de las expresiones más fuertes del presidencialismo mexicano, se escriben desde luego en el escritorio principal de Los Pinos, que se transforma en el epicentro de presiones, chantajes y alianzas de coyuntura. 

Las listas representan fuero y prolongación del poder. Las listas pueden servir para encartarse o descartarse, y uno de los primeros que llamó a las puertas de Los Pinos para hacer lo segundo fue el secretario de Gobernación.

Osorio llegó a ver a Peña en febrero pasado y no iba de buenas. Dijo que el regreso de Luis Videgaray al gabinete le había restado fuerza y acusó al canciller de montar una campaña en su contra. Después puso sobre la mesa sus fichas: ofreció no pelear la candidatura del PRI si a cambio el presidente prometía escribir su nombre hasta arriba de la lista de los candidatos: quiere ser líder de la bancada del PRI en el Senado.

El presidente le habría dicho que sí.

No sé si han cambiado la propuesta y la respuesta; sí es un hecho que no ha variado el ánimo adverso de Los Pinos respecto de Osorio.

¿En qué sentido se arrastrará el lápiz de Peña y sus allegados en la lista de listas?

Los primeros lugares serán ocupados por los más allegados al presidente. En la feria de nombres aparecen: Luis Miranda, secretario de Desarrollo Social, su antecesora Rosario Robles y Gerardo Ruiz Esparza, secretario de Comunicaciones, piezas clave del gobierno peñista que para estar tranquilos necesitan el fuero que otorga un espacio en el Congreso.

También se sumarían algunos gobernadores –batería fuerte para enfrentar un eventual gobierno de López Obrador–, entre ellos Eruviel Ávila.

Peña no es un pato cojo. Está vivo y peleará a muerte por la suerte de los suyos.

Es decir, por su propia suerte.

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