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¿Dónde quedó la coherencia?

OPINIÓN

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La mayoría de los que nos dedicamos a este género periodístico hablamos de personas, de famosos, de personalidades públicas, entretenedores y al final, de faranduleros. Algo que me parece muy importante es la congruencia. ¿Sería ridículo que un político corrupto se quejara de otros gobernantes que hayan participado en actos de corrupción no? Pues lo mismo opino de Flor Rubio, a quien respeto como periodista y de quien no me cabe la menor duda que sabe hacer muy bien su trabajo. Esto lo sé porque trabajamos juntos un breve tiempo en Pasillo TV. Para los que no recuerden o no sepan, hace un año Juan José Origel fue emborrachado en una fiesta con el fin de hacerlo hablar de más. Esto se dio en la presentación del libro de la señora Silvia Pinal, en Acapulco. Sabiendo que Pepillo no era fan de Flor, con quien trabajó por muchos años en La Oreja, dos reporteros empezaron a cuestionarlo sobre la periodista mientras lo grababan a escondidas. Este empezó a hablar pestes de ella. Decía que se había acostado con un ejecutivo, que era una hipócrita, etcétera, etcétera. Este video obviamente se viralizó y Rubio se sintió atacada y afectada por las declaraciones. Ahora, Flor demandó a Origel por daño moral e incluso ya se vieron las caras en los tribunales. La cuestión es que tengo que aceptar que a veces los que hacemos esto hablamos de más, criticamos a la gente, y hasta afectamos a terceros. Sí, es parte de este trabajo, pero cuántas cosas no ha dicho Flor que también ha lastimado, cosas sin fundamentos, opiniones y más. Ahora que le tocó que hablaran mal de ella se pone como pantera y hasta con juicio legal acabó. Esto definitivamente no es coherente. Miren que he conocido a casi todos los periodistas “malvados” de espectáculos de este país, solo por mencionar a algunos: Luis Magaña, Kaffie, Pepillo, Mara Patricia Castañeda, Flor Rubio, Maxine Woodside y Shanik Berman; con algunos he tenido la fortuna de trabajar. Créanme que la que en tele se ve la más dulce y tierna, pero en la realidad es la más difícil, tengo que aceptar que es Flor Rubio. Esto es únicamente una opinión y percepción mía. Pero para mí lo que se ve en pantalla no es lo que realmente es. Por ejemplo, podrían pensar que Kaffie es un villano por la vida, pero en realidad es de las personas más nobles, humanas y fieles con las que me he atravesado en esta carrera. Es impresionante, a veces, conocer a los actores, cantantes, comediantes y demás famosos, y creer que son muy amables y simpáticos, cuando en realidad de eso no tienen nada, más que un ego que ni con los tropiezos más difíciles de la vida se les baja. Al final, como dice el dicho, entre los gitanos no nos deberíamos de leer las cartas y, mucho menos, hacernos victimas de lo que nosotros mismos muchas veces provocamos.   Columna anterior: ¡Ya era hora!