México y su "casa de cristal"

El roce diplomático que hace seis años enturbió las relaciones entre México y Francia por el encarcelamiento de la ciudadana francesa Florence Cassez en un caso de secuestros, se saldó el miércoles cuando el Senado francés condecoró al Subsecretario de Relaciones Exteriores Carlos de Icaza. El punto sería menor si no fuera porque fue el propio de Icaza el que el 15 de febrero de 2011 abandonó el mismo recinto en pública protesta por un discurso de la entonces canciller Michelle Alliot Marie, que hacía referencia al diferendo y criticaba al proceso judicial seguro en contra de su compatriota.   Cassez fue finalmente liberada debido a un tecnicismo legal -¿se recuerdan de la famosa representación para beneficio de la televisión?- pero no como consecuencia de la acción del gobierno Sarkozy, al que muchos en su momento acusaron de aspiraciones napoleónicas.   De Icaza fue el primer embajador mexicano que en décadas hizo un público gesto de enviar al diablo a un funcionario extranjero, por más que haya seguido formas más o menos establecidas de la diplomacia. Puede alegarse en favor o en contra del caso Cassez. Pero desde un punto de vista mexicano su inocencia es discutible: a pesar de vivir semanas en compañía de secuestradores, ¿nunca se dio cuenta de lo que hacían? En todo caso, para al menos algunos franceses puede ser de otra forma. No es nuevo: hace medio siglo, los estadounidenses recibían con júbilo público a las "mulas" del narcotrafico liberadas de cárceles mexicanas... Algunos, sobre todo en los países industrializados, pero no sólo en ellos, gustan de pensar que sus conciudadanos son incapaces de hacer nada malo y pueden apilar sobre otros países, porque a final de cuentas, son extranjeros y no están plenamente en concordancia con lo que se hace en las naciones civilizadas. Es un sentimiento aprovechado y explotado por políticos y demagogos, que como Sarkozy en su momento buscaba realzar su estatura doméstica. Y no son los únicos. En las reglas de la política tal como fue, los buenos somos nosotros y los malos son los vecinos; mis problemas son míos y sólo me importan a mí. Esa es una interpretación de soberanía que aunque con enorme impacto emocional, pero en un mundo globalizado ya no tiene espacio. El caso Cassez puso las cosas en una nueva perspectiva. Al margen de que el gobierno de Sarkozy hubiera "metido la pata", recordó que México tiene un "techo de cristal" dadas sus carencias propias y sobre todo en temas de observancia de la ley. En todo caso, México ha escuchado su porción de críticas, algunas válidas y otras no, sobre su sistema político, su situación y condiciones sociales y económicas, lo mismo de Organismos No-Gubernamentales que de agrupaciones internacionales, y más discretamente, de otros gobiernos: puede y debe responder cuando sea necesario.   Columna anterior: De política internacional y errores nacionales