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Fotografía de un país

OPINIÓN

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World Justice Project es una organización internacional que elabora el Índice del Estado de Derecho (Rule of Law Index*) con información de 113 países. Es la base de datos más amplia sobre percepción ciudadana respecto de la implementación de la ley: más de 110mil entrevistas a población y expertos sobre división de poderes, corrupción, gobierno abierto, derechos fundamentales, orden y seguridad, legalidad, justicia civil y penal.

Empecemos por decir que México no obtiene muy destacadas calificaciones. En el Informe 2016 ocupamos el lugar 88/113 a nivel global, el sitio 24/30 en la región de América Latina y el 32/37 por rango de ingreso (medio-alto). Claramente fallamos en el combate a corrupción e impunidad, seguridad o justicia penal, pero superamos el promedio en cuanto a libertades (de asociación, de información o religiosa por ejemplo), justicia civil y, destacadamente, en transmisión legal del poder y ausencia de conflicto civil interno.

Pero hay un país que ostenta el último lugar absoluto: 113/113 global, 30/30 regional y 37/37 por ingreso (también medio-alto). Ese país es Venezuela.

Y esta es la triste fotografía de un pueblo y de quienes lo ha llevado hasta allí. El régimen que esta semana celebró públicamente “el acompañamiento del Partido Morena, su solidaridad y apoyo irrestricto a la Revolución Bolivariana”.

Además de las dudas sobre financiamiento irregular de Venezuela hacia López Obrador desde 2007, cuando HSBC canceló la cuenta de Honestidad Valiente, no cabe ya duda de la identificación ideológica que los une.

Sólo así se entiende la obstinada reticencia de AMLO a deslindarse del chavismo, o al menos incomodarse con el actuar de su sucesor. Entrevista tras entrevista invoca la no intervención como blindaje a cualquier comentario sobre la crisis venezolana.

La firmeza del gobierno mexicano ante la OEA ha desatado la descalificación ramplona. El gastado argumento de la falta de calidad moral para señalar yerros ajenos. Candil de la calle, dice AMLO, obviando el doble rasero para tratar con las dictaduras de izquierda.

Autoritaria la derecha, como el PRIAN, la “prensa inmunda” que lo cuestiona y no lo alaba, o “la zopilotada (que) sigue asustada... y gritan como desesperados”. Curioso parecido con los mensajes de la canciller venezolana acusando las “infames e inmorales declaraciones de Videgaray que expresan su sumisión al país Hegemón para que ampare su Estado fallido”.

Cuidado, denunciar a Maduro no significa trabajar para el “Hegemón”, ni justificar las faltas propias. Como dice Maria Amparo Casar, con todos los defectos de la democracia mexicana, estamos a años luz de lo que sucede en Venezuela.

Patético es que Morena promueva en México a Maduro y sus secuaces. Y no lo dijo la “mafia del poder”. Desafortunadamente para AMLO, de manera oficiosa Venezuela se metió a la contienda nacional.

Ya no hay engaño posible.

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