En el patio central de la vieja casona de Xicoténcatl, frente a la homenajeada Ifigenia Martínez, retumbaba la voz de Porfirio Muñoz Ledo:
“Se requiere un Frente Amplio de las Izquierdas para el 2018. Esperamos –diría ante su compañera de luchas democráticas- que seas el hilo conductor de los acercamientos y los diálogos. ¡Te escucharán! Sería la gran culminación de tu obra. Estamos atentos a tu llamado… ¡y si no, que la Patria nos lo demande!”.
Resonaron los aplausos entre tan disímbolo auditorio –aunque no a todos haría gracia la propuesta-, donde destacaban las figuras de Arturo Núñez, Dolores Padierna, Alejandro Encinas, Olga Sánchez Cordero, Agustín Basave, Clara Jusidman, Jesús Ortega, Amalia García, Gerardo Fernández Noroña, Beatriz Pagés, Ernesto Cordero, María Rojo, Jesús Zambrano, Patricia Mercado, Carlos Navarrete, Irma Cué, Enrique Semo, Alejandra Barrales, José Ramón Amieva, Laura Itzel Castillo, Carlos Quijano, Gonzalo Altamirano, Cecilia Soto, Alfonso Velázquez, Marcela Lagarde, entre muchos otros.
Encinas –hoy fuera de las filas perredistas- sumaba su propia petición ante la primera senadora que tuvo el sol azteca: “Muchos coincidimos: ¡Convóquenos! ¡Cítenos nuevamente a reencontrarnos. El país lo exige y usted puede ser un factor para lograr este objetivo…!”
Padierna reconocía a su vez: “El no tener unidad en las izquierdas es una pérdida”.
Núñez, gobernador de Tabasco, auguraba: “Ya le toca a la izquierda…; casi por turno”.
Ifigenia Martínez recogía las palabras de sus compañeros y amigos y aseguraba a su vez: “Ha llegado el tiempo de tener un gobierno de izquierda. Es hora de llamar a la reconciliación de las fuerzas de izquierda…”
-¿Los vas a convocar?-, le preguntamos a Ifigenia al término del homenaje.
-Sí-, aseguró con su clásica suavidad.
La lista de la maestra –a quien aplaudieron de pie largamente- incluía a muchos de los ahí presentes y, por supuesto, al gran ausente y figura mayor en estos momentos de la llamada izquierda: Andrés Manuel López Obrador.
El ambiente que se respiraba en torno a la cofundadora del PRD –“una mujer de esperanza”- era entrañable, desbordaba optimismo.
¿Ingenuos? ¿Ilusos?
Ante una serie de fotografías con imágenes de Cuauhtémoc Cárdenas, de los encuentros conspiratorios de la Corriente Democrática en casa de la propia Ifigenia y de los grandes mítines del 88, responderían a nuestro escepticismo: “Eso pensaron muchos en 1988 y mira lo que logramos: No sólo ganamos la Presidencia (a Carlos Salinas de Gortari), sino que logramos formar un partido y encaminar a este país por una línea progresista”.
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Gemas: Obsequio de nuestro compañero periodista Álvaro Delgado ante Enrique Peña Nieto: “Basta de sangre. Rectifique Presidente. #Ni uno más”.
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