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El ego del Tri

OPINIÓN

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Estimado fan, no puedes negar que amas a tu Selección Mexicana independientemente de sus resultados y de la conducta de algunos de sus integrantes. Pero resulta simpático que los hermanos Dos SantosGiovani y Jonathan, griten que son la mejor generación del Tri. #Parfavarrr Que en la actualidad más mexicanos jueguen en el extranjero no significa que tengan más talento que los de otras generaciones. Ya cambiaron las formas de pensar y operar, por lo que resulta ilógica esta conclusión. Aunque el hubiera no existe, sería bueno hacer un ejercicio mental para imaginar lo que habría pasado si elementos brillantes como Salvador Reyes y Enrique Borja entre los años 60 y 70; Benjamín Galindo en los 80… Jugadores que tuvieron calidad de exportación. Pero insisto, eran otros tiempos. #Neta Es un hecho que con su actuación histórica en España Hugo Sánchez hizo que los ojos del mundo voltearan a ver a los compatriotas. #Sip Como la calidad futbolística profesional no es un acto de fe, sino de efectividad y alto rendimiento, resulta anecdótico que la actual generación de jugadores del Tri se autoproclame como la mejor de todos los tiempos. Aunque es una característica millennial considerar que el mundo existe desde que los integrantes de esta generación vieron la luz. Definirse como la mejor camada es una apreciación visceral que no expone más allá de una buena autoestima. Como producto, el futbol mexicano actual a nivel de Selección posee una personalidad menor a la de aquella subcampeona de la Copa América 93, donde en su debut dentro del torneo brilló con CamposSuárezRamón RamírezGalindoZaguinhoHugo, entre otros. Tampoco supera aún a la que dirigió Lapuente para ganar la Confederaciones 99. Pero el Tri siempre vende y mucho. ¿Por qué un producto malo es tan comprado? La respuesta tiene un sentido mercadológico e irracional: se trata de una lovemark, y no existe producto malo para los entusiastas consumidores de este tipo de ‘marcas que enamoran’. Una lovemark provoca que los clientes se vuelvan fans o sea fieles seguidores. Y un fan consume más que el resto de los clientes. Cuando amamos, aumenta el valor subjetivo de eso o ello, y se convierte en un patrimonio entregado por los consumidores. Si una marca enamora, los fans son followers incondicionales. Por si fuera poco, recordemos que a un amor se le perdona todo… O casi. #Zas Ahora, que en realidad se crean los mejores puede ser el inicio de un cambio de paradigma. El extinto Fernando Marcos, quien además de comentarista, académico y cineasta fue árbitro y seleccionador nacional, decía que el futbol del país evolucionaría, cuando los jugadores se sintieran los mejores del mundo, pero luego saltaran a la cancha a demostrarlo. Hoy, hay que pasar del dicho al hecho.   Columna anterior: Tianguis de reputaciones