Innumerables veces han dicho que lo que le ocurrió a la niña Valeria no iba a volver a pasar. Y ha vuelto a ocurrir. Y de nuevo. Y otra vez. Violencia, muerte e indiferencia. Peor aún, nadie se hace responsable y vaya que tienen rostro, nombre y apellido aquellos que deben dar una respuesta.
Entre los responsables está, sin duda alguna, el Secretario de Movilidad en la entidad, Edmundo Ranero Barrera, pues su dependencia es la encargada de entregar las concesiones a las rutas y, a todas luces evidente, no ha habido una verificación del servicio y estado que tiene el transporte público en la entidad.
También deberían anotar en esa lista a Josué Gualberto Faustino Ramírez, director general de Movilidad de la Zona IV, que comprende el municipio de Nezahualcóyotl, donde ocurrió el ataque a la menor.
Y también debe indagarse al dueño de la fatídica combi de número económico 278: José Octavio Sánchez Razo, quien seguramente podrá comprobar los sesudos exámenes de habilidad y honorabilidad que deben cumplir los trabajadores del volante en el Edomex.
A los tres personajes del espectro del transporte público mexiquense parece no sonarles el caso de César Armando Librado Legorreta, hoy preso cumpliendo una condena de centenas de años, por haber violado a siete mujeres y asesinado a seis de ellas. Caso que, por cierto, no se resolvió por la diligente acción de la Policía ministerial, sino porque la última de las víctimas de abuso sexual de Librado Legorreta se levantó, literalmente, de entre los muertos –pues el asesino creyó que la había asfixiado como a las demás– y fue a un Ministerio Público, tras cuya odisea acusó maltrato e indiferencia de las autoridades.
Maltrato e indiferencia como el que le recetaron a la familia de Valeria cuando su padre fue a reclamar la desaparición de su hija y, pese a tener suficiente evidencia de que no se trataba de una desaparición, sino de un evidente secuestro que tuvo el desenlace fatal que conocemos, le pidieron volver 48 horas después a ver si seguía extraviada y entonces podrían empezar a ver si le pedía permiso una mano a la otra para levantar un reporte que se habría de quedar encajonado en una oficina de burócratas cómplices por omisión de los feminicidios que no indagan.
En Nezahualcóyotl, de acuerdo con el Observatorio Ciudadano en contra de la Violencia de Género, Desaparición y Feminicidios en el Estado de México (Mexfem), se registran 12 feminicidios en lo que va del año y 56 homicidios dolosos.
La de Valeria no es una historia de cúmulo de desgracias, sino de desgraciadores.
Se han olvidado que ha pasado antes e, indecentemente, se olvidan de que, así la indiferencia, seguramente seguirá pasando. Se olvidan de que conocemos los nombres y apellidos de quienes son responsables.
Columna anterior: El tiempo de los cachorros