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A favor de la Línea 7 de Metrobús

OPINIÓN

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Pocas cosas son tan frustrantes en la vida citadina como los vecinos que se oponen y se quejan de todo. El caso de la Línea 7 de Metrobús, que correrá sobre Paseo de la Reforma, tiene a muchos vecinos y grupos de interés opinando como guacamayas sobre su conveniencia, pertinencia, costo, trazo, destino y, por supuesto, sobre la obra misma. No tenemos una ciudadanía responsable, que acepte que la evolución de una ciudad incluye la aceptación de los costos y molestias que implican la transformación de la infraestructura. Todas las ciudades del mundo evolucionan, incluida nuestra capital. En la Ciudad de Nueva York, por ejemplo, actualmente se realiza una obra gigantesca de remodelación de la estación de trenes Penn, que ha implicado una molestia mayúscula y una disrupción de los tiempos regulares de traslado (en una distancia de 5 kilómetros un auto puede tardar hasta una hora). Pero la vida sigue y no hay amparos. El costo total de esa remodelación alcanza los Dlls. $ 2 mil millones (más otros Dlls. $ 1 mil millones para un desarrollo inmobiliario de última generación). Es el típico proyecto que cuando quede terminado y sea visitado por vacacionistas mexicanos dirán: “¡Qué diferencia!, aquí las cosas sí avanzan”. No obstante, en la Ciudad de México hay grupos como la “Academia Mexicana de Derecho Ambiental” que logra obtener un amparo y con ello la suspensión por parte de un juez de una obra clave; en un franco desafío a un mejor sistema de transporte al que la capital tiene derecho, y argumentando insensateces como que faltan los permisos del INBA o el INAH o que los metrobuses de doble altura empeorarán el problema de la contaminación. Tonterías. Tiene toda la razón el Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera al afirmar ayer que hay intereses políticos en la suspensión de esta obra. Mancera apelará la decisión a través de su Consejería Jurídica de Manuel Granados, pero se enfrenta a un monstruo de mil cabezas, como el que le tiró hace dos años el proyecto para el corredor cultural que habría de modernizar la Ave. Chapultepec. La Ciudad de México se ha convertido en un sórdido espacio de vida condominal, donde el proceso de toma de decisiones obliga a recabar miles de voluntades; pero en el que, cuando se elige una alternativa, una sola persona u organización que grita fuerte puede ejercer un mezquino derecho de veto. Una calamidad. De acuerdo con Granados, la obra tendrá que continuar porque hay tramos inconclusos que iban muy avanzados. Ojalá ese argumento efectivamente sirva para terminarla. No obstante, ante la cercanía del año electoral y dada la enemistad del Jefe de Gobierno con AMLO y Morena —que tiene a sus huestes operando en todo el territorio capitalino—, es previsible que desde varios ámbitos le sigan haciendo la vida imposible a este proyecto. motacarlos100@gmail.com Columna anterior: Microsoft va por hologramas