Mis maestros de civismo estaban equivocados: los votos no definen una elección. El voto es sólo un acto de voluntad a través del cual un grupo de individuos deposita en las urnas sus preferencias. Por supuesto que, en una democracia, la opción que alcanza la mayor cantidad de votos es la que gana. Sin embargo, el resultado es sólo la consecuencia natural de lo que auténticamente define una elección: las campañas políticas.
Atrás quedaron las elecciones que se definían por la mera identidad partidista. También quedaron rebasadas las elecciones que se decidían por el carisma del propio candidato. Hoy en día, para ganar, los candidatos requieren de campañas profesionales que auténticamente muevan al electorado.
Durante la segunda mitad del siglo pasado, la ciencia aportó a la política dos herramientas fundamentales que fungieron como faros de luz para las campañas. Los grupos de enfoque y las encuestas se convirtieron en los instrumentos de cabecera para la investigación cualitativa y cuantitativa de los consultores políticos. Si bien estas herramientas han sido perfeccionadas con el paso del tiempo, en años recientes claramente han fallado. Ejemplos de México, Estados Unidos, Colombia, Inglaterra y otros países sobran.
Afortunadamente, después de aquellas dos aportaciones clave, la ciencia no se detuvo. Hoy, gracias al desarrollo de la tecnología, un candidato tiene a la mano otros recursos que le pueden brindar una ventaja competitiva. Menciono cuatro: el neuromarketing, la minería de datos, los sistemas de información georreferenciada y la escucha en redes sociales. Cada una de estas herramientas permite dar mayor certidumbre a las acciones que un candidato debe implementar para ganar una elección.
Nos está tocando vivir una época en la que la expresión “primera vez” se empieza a convertir en el común denominador de nuestros tiempos. Es la “primera vez” que tenemos un gobernador independiente en México; por “primera vez”, un país abandona la Unión Europea; atestiguamos la “primera vez” que Estados Unidos es gobernado por un presidente afroamericano; y su sucesor terminó siendo un candidato antisistema que, por “primera vez”, compitió por un cargo de elección popular. ¿Acaso todo esto es obra de la casualidad? No lo creo. En cada una de estas campañas, los ganadores supieron aprovechar las herramientas mencionadas previamente.
La política contemporánea demanda nuevas formas de hacer campaña. Para convencer a una sociedad cada vez más exigente, se requiere de políticos modernos con técnicas innovadoras que permitan dar respuesta a los retos del siglo XXI. Los políticos que sepan adaptarse a estos tiempos inéditos son los que convertirán los escenarios de “primera vez” en la regla, no en la excepción.
*Director General de Cabildo | Agencia de Consultoría