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Mal perdedor

OPINIÓN

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En una carta revuelta y bravucona cuyos emoticones rayan en lo ridículo y le dan un toque infantil, André Pierre Gignac se hace la víctima y amenaza con irse del futbol mexicano por culpa de una prensa que no es ni remotamente tan lacerante como la de otros países. Gignac aparentemente golpeó y amagó con lanzarle una botella de plástico al reportero Yussif Caro, de Televisa Deportes, que buscaba —y a eso se dedica un periodista— obtener una declaración del encolerizado francés. “Si te hubiera pegado, todavía estarías en el piso del estadio”, alardeó el delantero. “Qué lástima que no te aventé la botella”, lamentó. Lo de que se va a ir en un momento dado por culpa de la prensa es pretexto que no compra nadie. Es una pena que las actitudes del galo no correspondan a las de un jugador de élite. Minutos después del episodio de marras, como el mal perdedor que es, no salió a recibir su medalla de subcampeón. Y no sobra decir que muchos de sus acostumbrados arranques los toleran los blandos e impersonales árbitros del futbol mexicano, incapaces de mandarlo a las regaderas cuando los insulta flagrantemente en el terreno de juego. NUEVA ETAPA Con el ánimo de devolver el estilo espectacular que Ricardo Antonio La Volpe dejó de ofrecer (en marcada contradicción con su tan llevada y traída filosofía), Miguel Herrera regresa al América, después de su paso por los Xolos de Tijuana. Existe una clara comunión entre la afición americanista y el áptero. Se quedó con aquella imagen de un Miguel empapado y poseído, celebrando hasta la exultación los goles americanistas en aquella final de película contra el Cruz Azul sobre el légamo del Estadio Azteca. Es un técnico que ha crecido futbolísticamente, con una fórmula proponedora, de ataque y banderas desplegadas, justo la que ha caracterizado al América a través de las décadas. A la par de ese avance, Herrera tendrá que demostrar si ya adquirió el temple que le faltó aquella mañana en Filadelfia cuando agredió a Christian Martinoli, exabrupto que acarreó su salida de la Selección Nacional. Será interesante observar su relación con Santiago Baños, quien fue su subordinado y ahora será su jefe. Algo importante tendrá Santiago que Yon de Luisa lo ha requerido para volver al nido, dejando atrás el manejo de la Selección Nacional. Con respecto a los indispensables refuerzos (sobre todo en la media cancha), no suena bien que el Monterrey le haya ganado la partida para llevarse a Avilés Hurtado, un jugador explosivo que hubiera encajado a la perfección en su sistema.   Columna anterior: Globalización vs nacionalismo