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El verdadero costo del voto rosa

OPINIÓN

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Algunos países denominan los días de veda electoral como “periodo de reflexión”, pues se busca que las personas, sin el bombardeo de la propaganda, pueden pensar a quién le darán su voto. Hoy, mañana y el sábado son los días para ello.

Vale la pena, en este periodo, sopesar muchas cosas, pero sobre todo, pensar en el costo del voto para las mujeres, en una entidad que parece haberlas olvidado, violentado y soterrado.

Observemos que el costo del voto va mucho más allá de los mil 394.5 millones de pesos públicos que se destinaron a esta elección en el Estado de México, convirtiéndola en la más cara de la historia. Muchas batallas, horas de trabajo, de vigilia y hasta vidas han sido necesarias para alcanzar el derecho a que las mujeres ejerzan un sufragio universal, libre y directo, lo cual debería obligarnos a participar, a hombres y mujeres, y no quedarnos en la cómoda catarsis de la crítica en silencio y el abstencionismo. Van algunos datos.

Tenemos, por ejemplo, el movimiento de mujeres de finales del siglo XIX y principios del XX, que sembraría la semilla del feminismo y que exigía, entre otras cosas, el derecho a votar en igualdad de condiciones que los hombres.

A ellas les llamaron Las sufragistas, y se caracterizaron por al acción directa  para reclamar igualdad. Una de ellas, Emily Davison, realizó una protesta en 1913 metiéndose en pleno camino de los caballos en la carrera del Derby de Epsom. Quería hacer oír la voz de las sufragistas y le costó la vida. En México, en tanto, la Revolución de 1910 no les hizo justicia tampoco a las mujeres en este ámbito. La Constitución de 1917 no les dio derecho a sufragar. El artículo 34, que daba la cualidad de ciudadanía, estaba redactado en masculino, por lo que se consideró que sólo los hombres tenían dichas prerrogativas, entre ellas la de votar.

Rompió el paradigma Lázaro Cárdenas, quien en 1937 mandó una iniciativa para modificar ese artículo y dejar explícito que serán ciudadanos todos los “hombres y mujeres” que cumplieran ciertos requisitos. Y así por el estilo, batallas legales, protestas activas, sacrificios en aras de las declaraciones de principios.

Hoy, en el Estado de México, como en prácticamente todo el país, las mujeres enfrentan un panorama desolador: acoso, violencia de género, violencia física, abuso sexual, vejaciones y asesinatos, por su sola condición de mujeres.

El Observatorio Ciudadano del Feminicidio reporta que, desde 2005, suman al menos mil 767 las mujeres asesinadas o desaparecidas. Entre ellas está Karen Esquivel Espinosa, quien fue secuestrada por un franelero en Naucalpan y asesinada. O Cecilia Pérez Vargas, víctima César Armando Librado Legorreta, quien violaba y mataba a las pasajeras de su microbús, en Valle Dorado. O Bárbara Reyes Muñiz, secuestrada y asesinada en Izcalli, e ignorada por las autoridades, quienes evadieron buscarla.

Todas ellas no podrán votar el domingo para pedir justicia. Tú sí. Por Barbie, por Cecilia, por Karen, por Davison…

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