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La sonrisa de Efi

¿Cuántas situaciones fortuitas tuvieron que ocurrir para que finalmente su destino se congelara en un fatídico accidente de tránsito?

OPINIÓN

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Bastantes años después, en frente de Mundo E, recordaría la tarde en que Efigenia Cruz llegó a la Redacción del diario REFORMA y me sonrió. Recordaría su admiración por Ricky Martin y también el armazón oval de sus lentes (cuando usaba). Recordaría su forma paciente de sonreír para todos y su breve silueta. Unos segundos después, me sorprendo interrogando el piso, la aguja de entrada a los carriles centrales del Periférico norte, las banquetas, los letreros de velocidad máxima… En seguida, repaso los rastros del azar: ¿cuántas situaciones fortuitas tuvieron que ocurrir para que finalmente su destino se congelara en un fatídico accidente de tránsito, en el que Efi murió junto con Julián, un compañero de trabajo, cuando volvían de éste cada uno a su casa, compartiendo el taxi? Nadie sabrá nunca tal respuesta, sólo sabremos que el viernes pasado, por la madrugada, un auto no debía impactarlos por atrás y lo hizo; no debía haberlos hecho girar sin control, y ocurrió; no debieron quedar virados a mitad del Periférico, y quedaron, inertes como diana de tiro al blanco; y no debían haber sido impactados por un tercer vehículo a exceso de velocidad, y lo fueron, quedando fuera del tiempo. Otro amigo y colega, Miguel De la Vega (también de manufactura sateluca) lo resumió perfecto: “duele su muerte, trágica por absurda, inesperada, cercana. Todos pudimos haber ido en ese taxi”. Vaya que sí. Aunque vale cuestionar si todo fue producto de la fatídica casualidad o de falta de cultura vial y regulación, vigilancia y control. En el Estado de México se calculan a diario mil accidentes de auto de todas intensidades, según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) y el Centro de Experimentación y Seguridad Vial México (CESVI). INEGI dice que entre 2011 y 2015 (último año del que llevó este registro) hubo mil 46 accidentes viales fatales; de ellos sólo se tiene certeza de que en 545 no hubo alcohol relacionado y que 15 sí se acreditó esa condición. Pero de los 486 restantes (el 46%) no se sabe nada. Y más: el Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes (Conapra), indica que el 23% de los accidentes vehiculares los concentra Tlalnepantla, municipio donde no le debían haber chocado a Efi y donde no debó morir. Pero murió. Aún así, en el Edomex no hay un programa permanente de revisión de límite de velocidad ni de alcoholímetro. Éste sólo se implementa en vacaciones y, hasta eso, en diciembre pasado el Comisionado Estatal de Seguridad, Eduardo Valiente, dudaba si el programa se llevaría a cabo. Terminó ordenándolo un par de semanas antes de las vacaciones. Jamás sabremos si pudo evitarse o no ese accidente. Lo que sí podemos decir es que hay muchos otros accidentes fatales que si pueden atajarse con mejores medidas preventivas, si la Policía del Edomex, si la Junta Local de Caminos, si los municipios que tienen vías primarias de alta velocidad, si todos quisieran. En frente de Mundo E, para repasar los detalles de un malogrado día, recordé a Efi muchos años después de haberla conocido en REFORMA, de haber conocido su mirada tras los lentes, su gusto por un cantante de pop y su sonrisa infinita. Columna anterior: El desencanto azul