No somos pocos los que hemos volteado con envidia hacia Francia luego del proceso electoral que concluyó ayer con el triunfo de Emmanuel Macron. Sin saber si resultará un buen presidente (¿quién lo puede anticipar en cualquier elección?), cuando menos su irrupción en una campaña que parecía ser encabezada por los mismos de siempre, refrescó el ambiente político y ha sorprendido a buena parte del mundo occidental.
Macron conectó con un electorado francés que -como ocurre en todo el mundo- está decepcionado de los partidos y de los políticos, pero que se muestra preocupado por los retos que como nación enfrentan. Conectó en gran medida gracias a que utilizó un lenguaje claro, conciso y franco (hasta para hablar por ejemplo, de la pornografía). Se mostró genuino, fuera de los moldes impuestos por la mercadotecnia política. No es algo nuevo, pero funcionó.
Con el interés que ha despertado a nivel intercontinental, Macron se equipara a Barack Obama y el canadiense Trudeau que también animaron a los electores con ideas reformistas y que en la elección de ayer, sirvieron para que los franceses le cerraran la puerta al riesgo que representaba la extrema derecha.
Se dice que a la hora de votar, las naciones eligen a un presidente que represente su propia imagen a nivel mundial. Dentro de un año por estas fechas, los mexicanos estaremos en la antesala de una elección altamente polarizada con muchas posibilidades de ser protagonizada por personajes ya conocidos, que no empujarán a muchos ciudadanos a participar.
Los electores muestran apatía. Los candidatos mexicanos no provocan entusiasmo. Las ideas quedan cortas ante la alta expectativa. La decepción de nuestra joven democracia es mayúscula. Votar por “el menos peor” se ha vuelto la justificación constante y para otros, no votar se ha convertido en su única alternativa.
Se busca un Emmanuel Macron para México. Cuando menos un candidato que no tema en llamar al pan pan y al vino vino. Que vigorice la vida pública del país y que sirva para enfrentar las ideas simples y populistas que ya inundan al electorado.
Alguien que de preferencia sea joven, pero que también tenga experiencia. Se agradecería que privilegiara una sana competencia política, que muestre un plan de país equilibrado e incluyente. Que invite a los millones de jóvenes que se sumarán al padrón electoral el próximo año a ser ciudadanos activos en la vida pública. Un rostro diferente en medio de tanta corrupción y violencia.
¿Lo habrá?
Lo sé, me dirán que México no es Francia, pero se vale soñar.
CONTRASEÑA: La alcaldesa de Aguascalientes, Tere Jiménez, dice que el nuevo sistema de justicia penal “no sirve” ya que “persiste la impunidad” y que tiene que cambiarse. Más o menos lo dicho por Miguel Ángel Mancera. La crisis le estalla a los gobernantes. ¿Quién va a ser el primero en actuar?