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La gran depresión

OPINIÓN

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Los acontecimientos políticos de los últimos meses están cambiando el rumbo en Europa y Norteamérica y, de paso, están erosionando las certezas que teníamos del mundo occidental. Quienes consideraban irreversibles los avances de la globalización, la tecnología, la multiculturalidad incluyente, fueron rebasados por quienes quedaron al margen de los beneficios prometidos. La votación del Brexit fue la llamada de despertador. Todos “dábamos por hecho” la pertenencia a la Unión Europea, dice la embajadora de los Países Bajos en entrevista con Leonardo Curzio. Y agrega, “no nos dimos cuenta de que Europa es como una bicicleta: si no avanzas, te caes”. La alarma podría repetirse este fin de semana, con la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Francia. Aún cuando los pronósticos dan ventaja a Emmanuel Macron, el resultado de la primera ronda mandó un mensaje inequívoco. Por un lado, el rechazo a los partidos tradicionales, en favor de un candidato independiente, sin mayor experiencia política. Por el otro, el ascenso de la ultraderecha xenófoba y antieuropea, con su candidata Marine LePen. Algo similar ocurrió en Estados Unidos, considerado el país de las libertades, de la igualdad de oportunidades, del sueño americano cristalizado en la figura de Barack Obama. Pocos –Trump entre ellos- repararon en la frustración y el resentimiento cocinándose bajo la superficie, esperando a quien ofreciera cobrar el agravio acumulado. Así, el Brexit, Trump y el Frente Nacional francés significan, para Mario Vargas Llosa, que “el Occidente de la revolución industrial, los grandes descubrimientos científicos, los derechos humanos, la libertad de prensa, la sociedad abierta, las elecciones libres, que fue pionero del mundo, ahora se va rezagando”. (El País,19/XI/16) La gran paradoja es que quienes lideran los cambios más dramáticos no están viendo hacia adelante, sino hacia atrás, ofreciendo no avanzar, sino meter reversa. Roger Bartra habla de la “melancolía reaccionaria”: mientras el revolucionario imagina un futuro luminoso, el reaccionario sufre de intensa nostalgia y es presa fácil de la desesperación. (Reforma,2/V/17) Y, desde luego, la advertencia del recientemente fallecido Zygmunt Bauman, sobre el temor frente al futuro incierto (“líquido”), que lleva a idealizar un pasado que no siempre fue mejor. (Retrotopía, Paidós) Las lecciones para el mundo y para México son muchas. En todo caso, no hay que minimizar, sino reconocer las causas de la desesperanza y atacarlas, antes de echar todo por la borda y optar por la puerta falsa. La depresión nunca es buena consejera. * * * Hoy estreno mi columna quincenal en estas páginas. Gracias a Franco Carreño por la generosa invitación, y a quienes lideran esta nueva empresa. Entre tanta incertidumbre, apostar por la libertad de expresión siempre será una buena noticia. @veronicaortizo vortizortega@hotmail.com