La reforma electoral es la primera prueba que tendrá que pasar la Constitución de la Ciudad de México, son diversas las inconsistencias que se plasmaron en esta carta de derechos de los capitalinos que se quedó atrapada en los intereses políticos de muchos.
Para el jefe de Gobierno de la Ciudad, Miguel Ángel Mancera, es la carta de presentación a sus aspiraciones políticas, defenderá la primera Constitución de principio a fin.
Los senadores determinaron la integración de la Asamblea Constituyente su objetivo fue acotar la fuerza del PRD en la ciudad, por eso sacaron una fórmula extraña donde había representantes de Presidencia, del Senado, del Jefe de Gobierno que integraron el 40 por ciento del pleno, el 60 por ciento restante se eligió por voto directo del millón 926 mil personas que participaron.
La batuta de los trabajos la llevaron los coordinadores parlamentarios y alguno que otro constituyente que traía alguna representación especial. Alejandro Encinas al frente de la Mesa Directiva; Porfirio Muñoz Ledo como coordinador de los constituyentes designados por el Jefe de Gobierno; Dolores Padierna del PRD encabezó los trabajos de la Mesa de Consulta que era el símil de la Junta de Coordinación Política; en Morena estaba Bernardo Bátiz; al PRI lo coordinó César Camacho quien hizo dupla con Claudia Aguilar, quien venía con la designación de Presidencia; en el PAN estaban Santiago Creel y Gonzalo Altamirano y la chiquillada.
Nunca estuvieron los 100 constituyentes, el promedio de asistencia eran 60.
Desde el primer día el PRI, con mucho colmillo ocupó el centro del salón de plenos y se comportaron como si fueran el grupo mayoritario; los panistas jugaron el papel de pivote haciendo acuerdos según le convenía; el PRD con los enviados de Mancera estaban más preocupados con sacar antes del 31 de enero la Constitución; los de Morena pese a ser los más votados ocuparon los espacios en la parte alta del salón donde hasta sus reclamos se perdían.
Uno de los grandes errores que destacan integrantes del Constituyente fue el reglamento, pues se determinó votar uno por uno los artículos, en lugar de seguir la práctica parlamentaria de votar en lo general el dictamen y hacer las reservas en lo particular. Porque cuando había contradicción entre un artículo votado y después de aprobaba otro que se contraponía con las disposiciones del primero, pues dejaban que la redactora encabezada por Muñoz Ledo hiciera la corrección, contraviniendo la decisión de la mayoría que lo había aprobado.
La carta de derechos en algunos aspectos es ambigua, contradictoria, aspiracional y dispersa, lo concreto es que hay siete acciones de inconstitucionalidad de más de 40 artículos ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación de Presidencia, la Procuraduría General de la República, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Tribunal Superior de la Ciudad, Morena, Nueva Alianza y un constituyente.
Estará manos de la SCJN determinar el alcance de esta Constitución, pero en tiempos electorales, eso no suena muy bien.
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