Todos los medios de comunicación van de la mano. El hacer televisión y radio han sido dos herramientas fundamentales para estar al pie del cañón, poder comunicar y expresar lo que soy y como soy con todos ustedes. Ahora que El Heraldo regresa, lo cual me tiene muy emocionada, voy a poder escribirles a todos, cada miércoles, en mi columna “Nateando”. Les platicaré divertidos temas relacionados a las redes sociales y de lo que se nos vaya ocurriendo. Con esta oportunidad, estaré complementando lo anterior y, ahora, aprendiendo en esta nueva faceta como columnista en un medio impreso.
Tal como lo dijo Andy Warhol: “en el futuro todos serán famosos por 15 minutos".
Y más que una frase célebre, el artista se convirtió ,al pronunciarla, en una especie de Nostradamus del mundo moderno, el pulpo del mundial, el Walter Mercado del canal de infomerciales... un adivino de la hecatombe que ocasionarían las redes sociales, al adueñarse de cada aspecto de la vida de estos extraños y ególatras seres llamados “millennials”.
Lejos de lo que piensan los publicistas y jefes de marcas, éstos no son solo “chavitos pegados al celular", ávidos por adquirir nuevos hábitos de consumo.
TODAS las personas utilizan las redes, como parte de una costumbre social, como un régimen religioso que los incita a realizar tareas insólitas, como sacar fotos de lo que comen (como esos platos orgánicos y dietéticos que aparecen en tu Instagram, mientras engulles esa torta de milanesa cuyo aceite se escurre hasta tu barbilla).
O hay quienes se graban en extenuantes rutinas de ejercicio (que observas bostezando desde tu cama, en la que estás viendo la repetición de Caso Cerrado, porque tu gym está muy lejos).
¿Qué me dicen de comprar palos plegables para tomarse la “selfie” panorámica con control de papada o nariz alargada?
Claro que, si no eres bueno para posar, o simplemente no te aceptas, ya existen millones de aplicaciones que van desde poner un bonito marco de flores, hasta quitarte unos kilos de más.
O si eres fan de Kim Kardashian y su “profunda” filosofía del orgullo de las curvas, (que en ella se ven bien diferentes), te puedes agregar pompas de tentación y hasta quitarte la cara de arrepentimiento, poniéndote unos ojotes azules que te hacen sentir más “Vogue” y menos “El Alarma!”.
La cuestión es que pareciera que el régimen de redes sociales nos lanza a todos a la creación personal de una imagen glamorosa, digna de una estrella, aunque sea solo para que amigos y familiares (que saben perfectamente que nadie en la familia tiene los ojos tan claros) nos den “like”.
Y así, sumen al ritmo que se oprime ese “corazón” la aceptación que pretende darle la razón a Warhol y nos haga sentir que se equivocó sólo en una cosa y durará, aunque sea, un poco más de 15 minutos.
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@NATALIA_TELLEZ