¡Fuera, fuera, fuera! ¡Váyanse rateros! ¡Váyanse rateros! El sonido ensordecedor de la mujer que sostiene el megáfono cunde la escena. Un joven levanta un cartel que reza: “Con Monreal hasta la victoria”. A su lado, un hombre de unos 50 años, sostiene otra pancarta, con un corazón pintado: “Condesa, Roma, delegación Cuauhtémoc, amamos al Dr. Monreal”.
¡Adiós, rateros! ¡Váyanse, rateros! se escucha en el megáfono. El coro que le acompaña grita, se calla, mira a la cámara, vuelve a gritar. Pancartas rosadas, verdes, amarillas, escritas todas con la misma letra, el mismo plumón negro, los mismos grandes corazones hechos a mano: Estamos contigo Dr. Monreal; estamos con el Dr. Monreal por su valiosa aportación a esta delegación; Dr. Ricardo, gracias por ayudarnos; Todos amamos al Dr. Monreal. Corazones, más corazones pintados a mano.
¿Por qué una protesta auténtica, espontánea, tiene cartulinas, letras, corazones iguales y llaman al político que admiran por su grado académico, en lugar de su nombre?
Unos minutos antes, Valentina Riquelme miraba desangelada la entrada de la delegación Cuauhtémoc, la población de México donde se concentran los tres poderes del país. “Éramos tres gatos, con una pancarta y unas playeras que mandamos a hacer”, cuenta horas después, cuando logró calmar la voz alterada que le acompañó todo el día, con la alteración que sólo se explica con el pánico.
“A primera vista, me sentí descorazonada, por la baja convocatoria que habíamos alcanzado. De los 25 vecinos que conté, el 80% éramos mujeres. Una es terapeuta, yo soy especialista en relaciones internacionales, otro es productor de televisión, otro es arquitecto, dos son asesores legislativos”.
Estos ciudadanos de a pie, como le llama Valentina, han coincidido en los últimos meses en la preocupación por el aumento de la violencia, la ejecución de obra pública irregular, el crecimiento exponencial de los edificios, en zonas donde las instalaciones de servicios están hechas para casas de tres cuartos, donde construyen torres de ocho pisos.
Todo esto ha sucedido durante la administración delegacional de Ricardo Monreal, un político que fue gobernador de Zacatecas y ahora aspira a ser el candidato de Morena para gobernar la capital mexicana, una elección clave para el crecimiento del partido que fundó y dirige Andrés Manuel López Obrador.
Su respuesta oficial al incidente de este 22 de mayo fue que los vecinos estaban manipulados por Mony de Swaan, un ex político que se ha convertido en su mayor opositor público, y que se trataba de una pelea entre comités vecinales. Valentina lo niega.
Como legislador, Monreal denunció los batallones de la muerte en México, que han pululado en el país durante los diez años de la guerra contra el narcotráfico. Este lunes, mientras afuera de su oficina Valentina era empujada, amenazada, le gritaban ratera, le tiraban una lata en la cabeza, él y su gobierno guardaban silencio.
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