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Cosas de la vida

OPINIÓN

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Hace 17 años, el columnista le preguntó a Wilbur Ross, hoy secretario de Comercio de los Estados Unidos: ¿Por qué está usted encabronado con el gobierno de México y con algunos industriales mexicanos? A lo que respondió: Pues porque “me llevaron al baile” con varias decenas de millones de dólares.    

¡Ah chingá! ¿Y cómo estuvo el asunto, “mister”? Cuestionó el columnista. Mire: En enero de 1998, yo manejaba un fondo de inversión y unos empresarios mexicanos  me invitaron a participar en un negocito que supuestamente iba a dejar mucha lana. Éntrale Wilbur, no te vas a arrepentir; vamos a colocar 145 millones de dólares en los mercados internacionales, que “se van a vender como pan caliente” porque el futuro de nuestro sector pinta maravilloso, dijo que le dijeron. Y como los vendedores de esos títulos eran los mismos que habían participado en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio en 1993, Ross no dudó en lo que decía el prospecto de colocación (bisoño, pues) y compró un 30% de esos papeles.

Un año después de la mencionada operación, el vendedor de los “bonos senior” hizo una oferta de recompra a un precio 60 por ciento inferior al colocado, lo que encabronó  a Ross porque sintió que “le habían tomado el pelo”. Posteriormente, el grupo se declaró en suspensión de pagos y  empezó a negociar con sus acreedores, incluyendo a los tenedores de los “bonos senior”. En esas estaban cuando el gobierno federal decidió expropiar los negocios de esos y otros industriales. 

 Ross amenazó al gobierno de México con ampararse  bajo el capítulo XI del Tratado de Libre Comercio  (el cual promueve las reglas que el gobierno debe seguir para asegurar un pronto y justo pago a los inversionistas  de compañías expropiadas) si no indemnizaban al 100 por ciento a quienes le entraron al negocio. ¡O pagan o se arrepentirán! Dijo aquél.  Vale aclarar que con la suspensión de pagos del grupo, el señor Ross y quienes le confiaron su lana iban a perder hasta la camisa. Pero la expropiación de las fábricas le abrió la posibilidad de que le pagaran todo lo invertido.  “Es justo que si nosotros invertimos para que el grupo pagara su deuda al gobierno, ahora el gobierno nos considere con una indemnización”, argumentó Wilbur.

Oficialmente, ni el gobierno federal ni el FEESA cedieron a las amenazas del llamado “Rey de la bancarrota” en Estados Unidos. En marzo de 2004 le devolvieron las fábricas expropiadas a sus dueños y posteriormente éstos levantaron la suspensión de pagos, y seguramente “cepillaron” al reclamante.  

Wilbur L.Ross , hoy secretario de Comercio de los Estados Unidos y  Robert Lighthizer, Representante de Comercio, son con quienes Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo van a renegociar el TLC.  ¿Usted cree que ambos nos guarden rencor por el episodio que comentamos?     

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