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¿Para qué la Conago? La era Mancera (parte II y última)

OPINIÓN

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La mañana del 3 de mayo en Jojutla, Morelos, gobers del PRI alertaron a Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno de la CDMX, de una traición de un gober supuestamente amigo suyo que tenía como propósito opacarlo de la jugada política rumbo a 2018.

En Jardines México, cerca de Cuernavaca, Graco Ramírez, gober de Morelos, concluía su periodo al frente de la presidencia de la Conferencia Nacional de Gobernadores, y lo que menos quería Graco era que Mancera lo sucediera en el cargo. No quería estorbos en su camino hacía Los Pinos.

Las intenciones de ambos es ser candidatos a la Presidencia de la República y en esta carrera la Conago ha sido foro de proyección.

A diferencia de Graco, Mancera no tiene filiación perredista; sin embargo llegó a jefe de gobierno por ese partido, además de que corrientes internas como Los Chuchos lo apoyan y Alejandra Barrales recibió el impulso del gobierno de la CDMX para ocupar la presidencia nacional del partido.

Mancera, quien dejará en septiembre el cargo para meterse de lleno en la pelea de la candidatura presidencial, así como su equipo, creen que la Conago va a ayudar a dejar atrás no sólo a Graco sino también a Silvano Aureoles, gober de Michoacán y oootro que tiene bien metido en la cabeza el sueño de llegar a Los Pinos.

Desde la noche previa del pasado 3 de mayo, pero sobre todo en la mañana siguiente, Graco comenzó a conspirar con sus homólogos priistas. Les dijo que no sería justo para el PRI que la presidencia de la Conago tocara de forma consecutiva a tres representantes del PRD. Se refería a su propia designación, a la de Mancera y a la siguiente, la cual está programada para su compañero Arturo Nuñez, de Tabasco.

En ese encuentro estuvieron, entre otros, los priistas Claudia Pavlovich, Alejandro Murat, Aristóteles Sandoval, Héctor Astudillo, Eruviel Ávila, Rolando Zapata, Alejandro Moreno, Quirino Ordaz y Omar Fayad. Pero en vez de sumarse al manifiesto de Graco, algunos alertaron a Mancera. Confesaron que Graco lo quería traicionar. Traicionar porque cuando Graco asumió como presidente de la Conago en noviembre, los acuerdos en el PRD empujaban a Mancera, pero Graco lo convenció de mejor ir él.  Los cálculos, sin embargo, le fallaron. Así es como se hace política en el país.

Y Mancera tiene hoy su primer ventana para lucirse, tristemente, a pesar de la crisis que vive la CDMX.

De su encuentro con gobers en el C4 pretende salir con dos acuerdos para turnarlos al Congreso federal: que la portación de armas se eleve a delito grave y reajustar fallas del sistema acusatorio como tener reincidentes libres por acuerdo con víctimas, así como las liberaciones anticipadas. Como sea, la capital tiene los índices de violencia y homicidios más altos de los últimos 20 años, cuando una epidemia de secuestros exprés azotó en la ciudad.

Columna anterior: ¿Para qué la Conago? (parte I)