La visión patrimonialista del poder permite que los políticos endosen los espacios y territorios a sus familiares. Este fenómeno ocurre en todo el país, pero en la Ciudad de México se convirtió en una práctica común cada trienio y en cada ajuste de gabinete.
En Iztapalapa hay dos herederas que quieren el poder, son dos sobrinas, ambas perredistas, jóvenes, pertenecen a la misma corriente: Vanguardia Progresista.
Por un lado está Karen Quiroga Anguiano, ocupando la coordinación ejecutiva de Prepa Sí, el programa de becas más importante para los jóvenes en la ciudad y sobrina de la delegada Dione Anguiano Flores.
Tan sólo el año pasado el programa Prepa Sí ejerció un presupuesto de mil 293 millones de pesos para becar a 213 mil jóvenes; esto representa más del 50 por ciento de la matrícula de estudiantes a nivel medio superior de la capital. De ese tamaño es la red con la que se vincula Quiroga, quien dejó de ser la diputada que repartía puñetazos en San Lázaro y es la funcionaria a quien los becarios llaman “Tía”.
En el otro lado se encuentra Janet Hernández Sotelo, diputada en la Asamblea Legislativa de la CDMX que ha tratado de impulsar el tema del agua, pero no ha tenido mucho éxito, a pesar de ser éste uno de los grandes retos para el futuro de la ciudad. Es sobrina de Alfredo Hernández Raigosa, subsecretario de Desarrollo de Movilidad.
Durante muchos años la pareja que formaron Dione Anguiano y Alfredo Hernández trabajó en equipo y logró fortalecerse para crear una base territorial en Iztapalapa y su centro de poder se ubicó en la colonia Ejército de Oriente. Participaron en procesos internos del PRD donde las tribus intercambiaron todo tipo de acusaciones para ganar espacios; ambos han sido legisladores y funcionarios de gobierno.
Iztapalapa ha tenido procesos políticos muy peculiares. Por años los hermanos René Arce y Víctor Hugo Círigo, de la corriente Nueva Izquierda, es decir Los Chuchos, tenían asentados ahí sus fueros. Andrés Manuel López Obrador rompió la tradición de heredarse el poder en esa familia y designó a Juanito como candidato del PT, que luego le cedió la delegación a Clara Brugada.
René Arce no pudo recuperar el poder que tenía en Iztapalapa, así es como se dio el proceso de renovación de cuadros; después de Clara Brugada vino Jesús Valencia que contaba con el respaldo del entonces jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard y luego Dione Anguiano.
Con la cercanía del proceso electoral tanto Anguiano como Hernández quieren mantener ese control de Iztapalapa, pero en esa peculiar carrera la delegada lleva ventaja a favor de Karen, porque se quedó con la base territorial que construyeron ambos.
Ellos no son los únicos factores a tomar en cuenta para definir la candidatura, pues habrá que ver a quién apoya Héctor Serrano, como cabeza de esa corriente; también está el interés de Jesús Valencia por regresar ahora con la tribu ADN o el propio Manuel Granados, pues ha comentado que Iztapalapa es lo menos que aceptaría en caso de no ser candidato a la Jefatura de Gobierno.
Las sobrinas tienen que ponerse listas.
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