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OPINIÓN

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El remedo de pelea del sábado pasado en Las Vegas “confrontó” a un peleador fibroso, técnico y bien preparado, con otro lacio, marchito y perezoso. La presencia de ánimo de El Canelo contrastó con la “ausencia” de Julio César Chávez Carrasco. El Barba Roja del Boxeo no tuvo rival. Chávez, vacío de espíritu, sin alma y al parecer debilitado por un inoportuno masaje, casi no lanzó golpes en un deporte que consiste precisamente en conectar al oponente con velocidad y puntería. No tiró golpes, tiró la toalla. Todo mundo habla de decepción. Fue como la comparecencia de José Tomás el año pasado en una Plaza México abarrotada. El público de ocasión, el gentío “cazacarteles”, quería orejas y rabos a granel, inolvidable apoteosis y salidas a hombros en olor de multitud. Y como no hubo tales, tildó la corrida de fraude. Lo mismo sucedió con la pelea, donde no llegó el nocaut ni nada parecido. Estoy consciente de que el gran público, no necesariamente compuesto por verdaderos aficionados, busca lo sensacional para saciar su hambre de espectáculo y desquitar el elevado costo del boleto. Esos espectadores -potenciales aficionados- son fundamentales en cualquier espectáculo porque hacen las grandes entradas, pero muchas veces ven las cosas por encimita. A pesar de que los triunfos memorables no llegaron ni en La México ni en Las Vegas, en definitiva hubo ángulos interesantes tanto en el festejo taurino de marras como en el anteproyecto de pelea. Concretamente en el pleito Canelo-Chávez, fue un deleite ver la técnica cada vez más pulida del boxeador jalisciense. Es cierto que no avanzó hacia adelante con mayor determinación para masacrar al indefenso hijo de JC. También es verdad que en cierta forma especuló, pero en todo momento hizo brillar el fino diamante de un estilo boxístico perfectamente definido. El sólo hecho de apreciar las grandes diferencias entre uno y otro púgiles ya era un espectáculo interesante. Ahora falta saber de qué está hecho El Canelo cuando enfrente en septiembre al kazajo Gennady Golovkin, éste sí un boxeador de verdad. Regla 11/0. Esta noche en el Estadio Jalisco se enfrentarán el Atlas y el Guadalajara en el segundo día de liguilla por el título del futbol mexicano. Es un duelo con mensaje porque, en medio de la malinchista regla 10/8, que propicia la llegada de una elevada cantidad de extranjeros (no necesariamente de excelente calidad), rojinegros y rojiblancos juegan con muchos mexicanos de buen nivel. De hecho, el Guadalajara ignora la regla 10/8 e impone la 11/0, es decir, once mexicanos y ningún extranjero. ¿Cuántos equipos plagados de fuereños malones se quedaron fuera de la Fiesta Grande? Es un buen día para demostrar que aquí también hace aire.