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Tláhuac en la locura

La línea 12 del Metro trajo ahorro de tiempo para 500 mil habitantes, pero también trajo el caos

OPINIÓN

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Tlaltenco es un pueblo con tradiciones de provincia en CDMX. En las bodas, los papás del novio dan a sus consuegros un canasto repleto de mole, tamales de frijol y un guajolote desplumado y hervido que lleva un cigarro en el pico, hay carnavales en primavera con reinas y comparsas y como en pocos sitios los santos patronos son honrados con bailes populares de días que enganchan a miles de jóvenes. En ese punto folclórico se estableció un operador de El Mini Lic, del Cártel del Pacífico. Viniendo del centro de la ciudad, la principal ruta de acceso es avenida Tláhuac, trazada en tiempos del emperador Cuauhtémoc y que hasta antes de la construcción de la Línea 12 del Metro, había un camellón con palmeras tropicales cada 100 metros. Tlaltenco es uno de los siete barrios de la delegación Tláhuac y todos replican las mismas tradiciones. Tláhuac también tiene, arribita de Tlaltenco, a Mixquic, que en cada festividad de Muertos atrae a miles de turistas y uno de sus vecinos es Xochimilco, por donde entró el general Zapata a la Revolución al salir de Morelos, entidad que vive su propia crisis de crimen organizado. El metro trajo a Tláhuac ahorro de tiempo (de casi dos horas el viaje al centro a 45 minutos) para 500 mil habitantes que circulaban diario por esa vía en autos y colectivos, pero también trajo el caos: jovencitos encontraron la opción de dejar de ser ninis como choferes de nueve mil mototaxis que hacen base afuera de las estaciones del tren y otros puntos para trasladar pasajeros, que aunque están prohibidos son manejados por organizaciones políticas. Al aumentar la densidad poblacional sin planificación administrativa enseguida brotaron problemas inéditos de inseguridad por todas las colonias. En Tlaltenco, por ejemplo, en el invierno pasado fueron encontrados ejecutados dos muchachos. Uno tenía una colcha gris en la cabeza y el otro estaba envuelto en una sábana. Junto a los cuerpos había un mensaje en una cartulina con una firma que decía: CT (presuntamente Cártel de Tláhuac). A principios de enero, el periodista Héctor de Mauleón, de los que tiene mayor acceso a información de seguridad, escribió: “Los Beltrán ya están en Tláhuac”. Y contó también cómo un grupo de agentes que acababan de detener a cinco personas en un cateo fueron alcanzados en una camioneta y comenzaron a sonar los disparos. Narra otras ejecuciones y agrega: “En esa locura se halla la delegación al menos desde 2013”. Los actos violentos no han parado. La gente está aterrorizada. Hay testimonios de víctimas de desaparecidos, algunos conductores de mototaxis, aunque la Procuraduría local no tiene denuncias formales. A Beningo, asistente de El Mini Lic y otros cinco hombres capturados el mismo domingo, en otra casa de Xochimilco, les encontraron un lanzagranadas, 160 cartuchos útiles, dos armas largas, ocho cargadores y equipo táctico, así como porciones de droga. El Mini Lic. es hijo de El Licenciado, ex compadre de El Chapo, recién capturado en la CDMX y a quien le disputaba el Cártel de Sinaloa. La PGR debe una explicación detallada. Columna anterior: Enemigos unidos acorralan en Nayarit